El padrecito nos contaba de la vez que el obispo lo mandó a visitar a ese ermitaño que vivía junto a una vertiente. De camino, nos dijo, me salió al paso ese hombre que, con ojos desencajados, me rogaba que no siguiera. Yo lo hice hace tiempo, me dijo, y nunca pude regresar. El hombre le siguió contando que buscó a ese ermitaño pensando que le pudiera hacer un milagro. Era un tema de salud, y anduvo con fe todo ese trecho de cerros que se enroscan los senderos en el lomo. Cansado ya, lo vio sentado del otro lado de esa lagunita que formaba el agua al caer de media peña. Su aspecto era de lo más pacífico, verlo nomás me dio paz y me dio alegría y empecé a rodear el agua para acercarme.
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El padrecito nos contaba de la vez que el obispo lo mandó a visitar a ese ermitaño que vivía junto a una vertiente. De camino, nos dijo, me salió al paso ese hombre que, con ojos desencajados, me rogaba que no siguiera. Yo lo hice hace tiempo, me dijo, y nunca pude regresar. El hombre le siguió contando que buscó a ese ermitaño pensando que le pudiera hacer un milagro. Era un tema de salud, y anduvo con fe todo ese trecho de cerros que se enroscan los senderos en el lomo. Cansado ya, lo vio sentado del otro lado de esa lagunita que formaba el agua al caer de media peña. Su aspecto era de lo más pacífico, verlo nomás me dio paz y me dio alegría y empecé a rodear el agua para acercarme.
Ya a pocos metros, el ermitaño alzó la vista para reconocerme y sonrió con algo de tristeza, entonces fue que habré pisado una piedra o una rama, quien sabe, y algo hizo plop sobre la superficie de la lagunita. No fue más que eso, dijo como si recordara algo espantoso, y miré hacia el agua para ver qué era. Entonces vi eso que no soy capaz de describir, una forma que tenía algo de humano y algo de monstruo y me miraba desde el reflejo con un gesto que creí bobo.
De verlo, me tambaleé sobre mis propias piernas, perdiendo el equilibrio. Ya completamente trastornado, miré a ese ermitaño y le pregunté qué era eso que había visto, y entonces, con algo de resignación en la voz, me respondió que aquello era el reflejo de mí mismo. Pensando que me veía así, le dijo el hombre al padrecito, no pude ya volver a estar entre la gente.