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21 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. Maravillados de verlo

Jueves, 29 de junio de 2017 19:45

La madre de Diego había puesto un negocio de empandas en el centro de Tilcara con la plata que su hijo le enviara desde que jugaba en Boca, y para esa final del Sub 16 compró un plasma donde pudimos verlo hacer maravilla para que nos quedemos con la copa. Cuando terminó el partido nos fuimos y estábamos maravillados de haberlo visto.

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La madre de Diego había puesto un negocio de empandas en el centro de Tilcara con la plata que su hijo le enviara desde que jugaba en Boca, y para esa final del Sub 16 compró un plasma donde pudimos verlo hacer maravilla para que nos quedemos con la copa. Cuando terminó el partido nos fuimos y estábamos maravillados de haberlo visto.

La madre de este Dieguito, del Diego tilcareño, le decía a todo el mundo que Armando y yo fuimos los que lo llevamos a probarse a Gimnasia, que lo habíamos descubierto jugando en la calle del barrio, y que nos estaba inmensamente agradecida, pero nosotros temíamos que, si las cosas empezaban a andar mal, podía también cambiar su opinión.

El otro Diego, Maradona, nos había dado alegrías semejantes, pero no podíamos dejar de recordar el final de su carrera, las imágenes del mundial de Estados Unidos, las noticias desagradables y una vida que hubiera merecido mejor, dado todo lo que le dio al fútbol. Pero no podíamos hacer nada más por su suerte y tuvimos que esperar.

Tras el Sub 16 se rumoreó que lo compraban en España, creo que del Barcelona, y la madre parecía de lo más feliz. En un reportaje a la televisión dijo que le había puesto Diego porque ya imaginaba, al verlo nacer, que sería como el otro, pero al referirse al otro pensaba en el éxito, no en la caída.

Nosotros seguimos nuestras vidas, que con el peso de lo cotidiano te hace perderle el rastro a ciertas cosas que, como estas, debieran ser las más importantes. Pero nuestra vida era la nuestra, y la suya era la suya.

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