¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

°
6 de Agosto,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. Jamás quise

Domingo, 15 de enero de 2017 01:30

Laberintos humanos. Jamás quise

Peor fue cuando me enamoré de mi suegra, nos confesó don Gertrudo. Ella, pese a su oficio, era una mujer maravillosa. ¿Y a qué se dedicaba?, quiso saber Armando. Ya le dije, era mi suegra, le respondió para agregar que también lo fue de los maridos de sus otras once hijas. Prolifera la mujer, dijo Armando y don Gertrudo reconoció que prolifera y bella.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Laberintos humanos. Jamás quise

Peor fue cuando me enamoré de mi suegra, nos confesó don Gertrudo. Ella, pese a su oficio, era una mujer maravillosa. ¿Y a qué se dedicaba?, quiso saber Armando. Ya le dije, era mi suegra, le respondió para agregar que también lo fue de los maridos de sus otras once hijas. Prolifera la mujer, dijo Armando y don Gertrudo reconoció que prolifera y bella.

Tan bella era que una noche no pude contenerme y se lo dije. Le tomé su blanca mano entre las mías, y le confesé mis sentimientos, y ella, sonriendo con dulzura, me respondió que lo nuestro era imposible. ¿Por qué?, le pregunté creyendo que el impedimento residía en nuestro parentesco.

Porque jamás quise a nadie, me dijo ella. ¿Y qué hay con don Aurelio?, le pregunté refiriéndome a mi suegro, con quien había tenido doce hijas incluyéndola a mi esposa. ¿Usted cree que se puede amar a semejante sabandija? Ni yo ni nadie sería capaz de semejante desatino, dijo secándose la mano con el repasador.

Si usted quiere una amante, me dijo mi suegra, será mejor que se busque otra, que si es por mi se queda con mi hija hasta que la muerte los separe. Y convencido de que en ese corazón gélido no tenía ninguna chance, seguí por la vida con mi dolencia de picaflor platónico, capaz de enamorarme de cuanta mujer se me acercara pero incapaz de conseguir ninguna.

¿Y cuál es hoy su situación amorosa?, le preguntó Armando creyendo que en algún momento habría de conseguir el favor de alguna dama. Estoy condenado a amar a aquella a quien siempre quise engañar y nunca pude, le respondió.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD