Una vez más, el Papa Francisco dedicó ayer parte de su mensaje dominical al conflicto en Ucrania, al advertir que la situación "se agravó nuevamente en esta semana" y llamar a que se respete la tregua que fue firmada el año pasado y ratificada por ambas partes en febrero pasado.
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Una vez más, el Papa Francisco dedicó ayer parte de su mensaje dominical al conflicto en Ucrania, al advertir que la situación "se agravó nuevamente en esta semana" y llamar a que se respete la tregua que fue firmada el año pasado y ratificada por ambas partes en febrero pasado.
"Renuevo mi triste llamamiento para que se respeten los acuerdos para alcanzar la pacificación con la ayuda de las organizaciones y de las personas de buena voluntad y que se responda a la emergencia humana en el país", pidió el Pontífice durante la ceremonia del rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro.
Francisco se refirió al conflicto en Ucrania en la víspera de la reunión que mantendrán hoy el presidente de ese país y sus principales aliados europeos, Francia y Alemania, en Berlín. Petro Poroshenko, François Hollande y Angela Merkel se verán las caras en la capital alemana para discutir el reciente repunte de las hostilidades de ambos lados, como han denunciado en repetidas ocasiones los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (Osce).
"No estamos dispuestos a asumir que el Acuerdo de Minsk es historia como algunos pretenden", adelantó la semana pasada el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán, Martin Schäfer, en referencia a la tregua firmada en septiembre del año pasado y ratificada en febrero pasado en la capital bielorrusa.
"Ése es el plan de ruta", destacó.
Según este texto, ambos lados, el Ejército y sus grupos paramilitares aliados de un lado y las milicias separatistas prorrusas con apoyo de muchos excombatientes rusos del otro, aceptaron respetar un alto el fuego, establecer una línea de separación y retirar el armamento pesado de las proximidades de las ciudades.
Además, este acuerdo establecía una serie de medidas políticas como una reforma constitucional, la convocatoria de elecciones regionales y el reconocimiento de autonomía para las dos provincias orientales sublevadas, Donetsk y Lugansk.
Pese al compromiso verbal de ambas partes y al presunto apoyo internacional al texto, la tregua nunca se cumplió completamente y con el pasar de los meses la situación volvió a deteriorarse.
Desde el comienzo del conflicto, en abril de 2014, la ONU estima que alrededor de 7.000 civiles, militares y milicianos fallecieron y más de un millón de civiles tuvieron que abandonar sus hogares y buscar refugio en otras provincias o en Rusia.