Con el temor aún latente a un nuevo alud y destrozados por la pérdida de seres queridos, vecinos del municipio de Salgar, noroeste de Colombia, se preparaban ayer para celebrar un funeral colectivo tras la avalancha que dejó más de 80 muertos.
Los restos de 33 personas identificadas, de los 84 cuerpos recuperados hasta ahora tras el deslave provocado por el desborde de la quebrada La Liboriana la madrugada del lunes, descansan en el cementerio de Salgar luego de una ceremonia realizada en el parque central de esta localidad, ubicada a unos 100 km de Medellín.
Sobrevivientes de la tragedia, provocada por lluvias torrenciales en los últimos días, se reunían desde temprano en las afueras de la Iglesia local, donde se colocaron los 33 ataúdes durante el oficio que será encabezado por el obispo de la diócesis de Jericó, monseñor Noel Londoño, informaron los organizadores.
Muchos se acercaban al lugar a consultar el listado publicado por las autoridades con los nombres de las víctimas y otros ingresaban a la Iglesia a rezar.
El ambiente, bajo un cielo gris, era triste pero tranquilo después de otra noche de fuerte tormenta eléctrica, en la que casi nadie descansó ante el miedo a otra riada como la que hace cuatro días los sorprendió a todos durmiendo, arrastrando familias y hogares entre agua, barro y palos.
"Despertamos tronando y como nuestra casa es en vidrio se estremecía. El viento chillaba. Y uno así no duerme de miedo a otra avalancha desde monte arriba", dijo Alba Luz Pineda, residente en esa zona de cafetales y verdes montañas.
"Aquí estoy en un temblor, toda nerviosa", agregó al recordar la falsa alerta de deslave que los hizo a todos correr el miércoles antes del almuerzo. La incertidumbre es lo que más angustia a los habitantes de este municipio de poco más de 17 mil habitantes, acostumbrados a las borrascas de mayo.
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Con el temor aún latente a un nuevo alud y destrozados por la pérdida de seres queridos, vecinos del municipio de Salgar, noroeste de Colombia, se preparaban ayer para celebrar un funeral colectivo tras la avalancha que dejó más de 80 muertos.
Los restos de 33 personas identificadas, de los 84 cuerpos recuperados hasta ahora tras el deslave provocado por el desborde de la quebrada La Liboriana la madrugada del lunes, descansan en el cementerio de Salgar luego de una ceremonia realizada en el parque central de esta localidad, ubicada a unos 100 km de Medellín.
Sobrevivientes de la tragedia, provocada por lluvias torrenciales en los últimos días, se reunían desde temprano en las afueras de la Iglesia local, donde se colocaron los 33 ataúdes durante el oficio que será encabezado por el obispo de la diócesis de Jericó, monseñor Noel Londoño, informaron los organizadores.
Muchos se acercaban al lugar a consultar el listado publicado por las autoridades con los nombres de las víctimas y otros ingresaban a la Iglesia a rezar.
El ambiente, bajo un cielo gris, era triste pero tranquilo después de otra noche de fuerte tormenta eléctrica, en la que casi nadie descansó ante el miedo a otra riada como la que hace cuatro días los sorprendió a todos durmiendo, arrastrando familias y hogares entre agua, barro y palos.
"Despertamos tronando y como nuestra casa es en vidrio se estremecía. El viento chillaba. Y uno así no duerme de miedo a otra avalancha desde monte arriba", dijo Alba Luz Pineda, residente en esa zona de cafetales y verdes montañas.
"Aquí estoy en un temblor, toda nerviosa", agregó al recordar la falsa alerta de deslave que los hizo a todos correr el miércoles antes del almuerzo. La incertidumbre es lo que más angustia a los habitantes de este municipio de poco más de 17 mil habitantes, acostumbrados a las borrascas de mayo.
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