El gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) retomaron las negociaciones de paz ayer en Cuba para discutir sobre la reparación a las víctimas del conflicto armado y los planes de desminado, en un clima de desconfianza mutua.
"Las Farc estamos empeñadas en firmar un acuerdo de paz estable y duradero", declaró a la prensa el comandante guerrillero Pastor Alape al inicio del trigésimo sexto ciclo de pláticas en busca de acabar un conflicto armado interno de medio siglo.
Los negociadores volvieron a reunirse en un clima de desconfianza mutua, como consecuencia de la muerte de 11 militares hace dos semanas en una emboscada guerrillera en el Cauca, oeste de Colombia, en medio de una tregua unilateral por tiempo indefinido de las Farc.
Después de ese incidente ambos bandos dijeron que se mantendrán en la mesa de negociaciones, pero el presidente colombiano Juan Manuel Santos ordenó reanudar los bombardeos aéreos sobre posiciones de la guerrilla, que había suspendido en marzo en señal de buena voluntad.
Las Farc, que mantuvieron su tregua unilateral, exigieron ayer que el Estado haga "un reconocimiento necesario" de su "responsabilidad" en la violencia política que ha desangrado a Colombia. "Es evidente que el Estado en Colombia es un Estado Infractor" de las normas internacionales, afirmó Alape y agregó: "A pesar de estar sentado en la Mesa de Diálogos continúa manteniendo su inveterada costumbre de incumplir con su obligación de respetar sus compromisos y sus propias leyes".
El jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, no formuló declaraciones a la prensa ayer, pero al cierre del ciclo anterior de pláticas, hace ocho días, acusó a las Farc de haber "incumplido" su palabra.
Sin embargo, De la Calle dijo en esa ocasión: "No vamos a desistir de continuar este camino del diálogo" para lograr la paz.
El ataque a un pelotón del Ejército el 15 de abril ha estimulado las críticas de los enemigos del proceso de paz y ha elevado las tensiones entre las delegaciones negociadoras mucho más que cuando los rebeldes capturaron el 16 de noviembre de 2014 a un general, a quien liberaron al cabo de dos semanas.
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El gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) retomaron las negociaciones de paz ayer en Cuba para discutir sobre la reparación a las víctimas del conflicto armado y los planes de desminado, en un clima de desconfianza mutua.
"Las Farc estamos empeñadas en firmar un acuerdo de paz estable y duradero", declaró a la prensa el comandante guerrillero Pastor Alape al inicio del trigésimo sexto ciclo de pláticas en busca de acabar un conflicto armado interno de medio siglo.
Los negociadores volvieron a reunirse en un clima de desconfianza mutua, como consecuencia de la muerte de 11 militares hace dos semanas en una emboscada guerrillera en el Cauca, oeste de Colombia, en medio de una tregua unilateral por tiempo indefinido de las Farc.
Después de ese incidente ambos bandos dijeron que se mantendrán en la mesa de negociaciones, pero el presidente colombiano Juan Manuel Santos ordenó reanudar los bombardeos aéreos sobre posiciones de la guerrilla, que había suspendido en marzo en señal de buena voluntad.
Las Farc, que mantuvieron su tregua unilateral, exigieron ayer que el Estado haga "un reconocimiento necesario" de su "responsabilidad" en la violencia política que ha desangrado a Colombia. "Es evidente que el Estado en Colombia es un Estado Infractor" de las normas internacionales, afirmó Alape y agregó: "A pesar de estar sentado en la Mesa de Diálogos continúa manteniendo su inveterada costumbre de incumplir con su obligación de respetar sus compromisos y sus propias leyes".
El jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, no formuló declaraciones a la prensa ayer, pero al cierre del ciclo anterior de pláticas, hace ocho días, acusó a las Farc de haber "incumplido" su palabra.
Sin embargo, De la Calle dijo en esa ocasión: "No vamos a desistir de continuar este camino del diálogo" para lograr la paz.
El ataque a un pelotón del Ejército el 15 de abril ha estimulado las críticas de los enemigos del proceso de paz y ha elevado las tensiones entre las delegaciones negociadoras mucho más que cuando los rebeldes capturaron el 16 de noviembre de 2014 a un general, a quien liberaron al cabo de dos semanas.
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