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29 de Junio,  Jujuy, Argentina
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No somos Varelas

Miércoles, 01 de abril de 2015 00:00

Tras una de las puertas del largo pasillo del edificio, Esteban Franco, Pedro y Pablo descubrieron a la muchacha. Estaba echada sobre la cama, asustada de verlos. Ver tres hombres le activaba el temor, pero debió ver algo en ellos que la tranquilizó. La muchacha abrió la tapa de un teléfono celular, de cuyo interior salió una voz que le dijo que no se trataba de los Varela.

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Tras una de las puertas del largo pasillo del edificio, Esteban Franco, Pedro y Pablo descubrieron a la muchacha. Estaba echada sobre la cama, asustada de verlos. Ver tres hombres le activaba el temor, pero debió ver algo en ellos que la tranquilizó. La muchacha abrió la tapa de un teléfono celular, de cuyo interior salió una voz que le dijo que no se trataba de los Varela.

No somos Varelas, dijo Pedro, ni sabemos que sea eso. La muchacha guardó el teléfono en el bolsillo del largo sacón que vestía y les dedicó algo así como una sonrisa. De todos modos van a llegar tarde o temprano, les dijo, ya pasaron los latidos. Esteban Franco se sentó sobre la misma cama que la muchacha.

Le dijo que tampoco sabían qué fueran a ser esos latidos. Ya van a regresar, dijo la muchacha abriendo los ojos con temor, y recién entonces estaré a salvo. ¿De qué?, le preguntó Pablo. De los Varela, dijo ella diciendo cosas que tampoco explicaban nada. ¿Y quiénes son?, quiso saber pero la muchacha negó con la cabeza.

Yo tampoco lo sé, dijo ella, salvo que toman lo que quieren. Dijo esto y se tocó su propio cuerpo. Los tres hombres supieron cuál era el temor que ella tenía: la vamos a proteger, dijo Pedro y ella sonrió pero ya no era con alegría. Ustedes no pueden hacer nada, dijo. Son demasiados y están armados, y corren en esas motos que lo alcanzan todo, dijo.

Cuando una mujer ya es grande, los padres nos dejan en estos edificios abandonados de Huichaira donde nos cazan los Varela, dijo ella. Nadie está a salvo sino los varones, agregó.

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