Por José A. Menéndez, Médico Jujeño
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Por José A. Menéndez, Médico Jujeño
¿Quién no se sintió alguna vez enfermo a pesar de gozar orgánicamente de excelente salud? Diríamos todos o casi...
¿Cómo es esto? ¿Qué cosa lleva a este estado?
Veamos. Podemos asegurar que individualmente la población mundial a diario padece indisposición o pequeñas dolencias poco definidas, propias de la actividad, del cansancio o desgaste que anima la vida en su complejidad.
Pero ello no significa necesariamente estar enfermo. Son malestares o dolencias que por lo general no revisten gravedad, no necesitan asistencia médica, menos aún tratamiento. Más bien son síntomas que denuncian estados variables de ánimo que igualmente llevan a pérdida de la armonía en su funcionamiento; emocionalmente desestabilizado.
Salvo claro está, padeceres psiquiátricos u orgánicos. Las mencionadas en primer término en franco crecimiento para la Organización Mundial de la Salud quien definió que constituye el mayor porcentaje de pacientes que acude a la consulta médica y requiere del profesional fresca sabiduría y sagacidad. Detrás de esta escena y referente al tema, existe igualmente una constante: "sentirse enfermo". Sin que realmente lo esté. Forma invariable de manifestarse e inconsciente sujeción. ¿Cuál puede ser la razón? Busquemos su explicación.
Por una parte es frecuente confundir desgaste con sentirse enfermo; ícasi habitual! Cuando es manifiesto que, a mayor actividad, sea física o mental, aparece la necesidad del descanso; el cuerpo o la mente lo demandan. No existe enfermedad, estamos de acuerdo, pero igualmente el estado de la persona no es el mejor. Decae su habitual capacidad y rendimiento, se vuelca a pensamientos estériles y negativos. íSe preocupa en exceso! Es recomendable la recreación y el descanso. Incluso consultar cuando es reiterado y abarcativo. Pero cuidado, cuando lo emocional es muy intenso, impacta y deja su mensaje; entonces dominan pensamientos pesimistas que empujan al primer peldaño de un largo proceso que puede eventualmente ocasionar una verdadera enfermedad. Víctor Hugo decía: "Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla, mientras el género humano no escucha". Casos concretos, "sentirse enfermo" cuando orgánicamente está sano. Entonces ha llegado el momento de recrear el espíritu y relajar mansamente el ánimo. Verá así el beneficio: "sentirse bien".
La sociedad extenuada se manifiesta crispada y mal dispuesta, cuando no violenta; ímal escenario para transitar! Se suma el trabajo mental o físico en exceso y la tensión emocional que lleva forzosamente al agotamiento; es allí donde urgente existe una demanda de técnicas apropiadas de relajación, acompañadas de respiración pausada y profunda e intentar una y mil veces encontrar calma interior recurriendo a pensamientos agradables y positivos.
No obstante es de destacar, como afectan las malas relaciones intrafamiliares o laborales; cuando reiteradas, acaban influyendo en el ánimo provocando desgano o sensación de sentirse mal o enfermo. Es irreemplazable en estos casos como terapia, el amor, la contención y comprensión familiar, el amigo irreemplazable y con frecuencia, el concurso de un profesional de salud mental.
Esta historia también puede comenzar con disparadores que acostumbran los medios audiovisuales de comunicación; malas noticias o de extrema violencia que emocionalmente impactan, disparando en forma inmediata la respuesta de la glándula suprarrenal y la consecuente secreción de cortisol innecesaria que pone al organismo en alerta; además del aporte de catecolaminas. Nada pasa sin un costo importante. Cuando lo mencionado se reitera en el tiempo, termina siendo interpretado como indisposición y responde psicológicamente sintiéndose enfermo.
Pitágoras en el 550 aC decía: "Envejece bien quién ha vivido bien". Parte de este concepto involucra además, ser optimista y tener esperanzas.
No es una mala idea ponerlo al servicio personal y sobre manera, disfrutar la vida desde lo simple en cuanto momento proponga.