El concepto de "desarrollo sustentable" no es nuevo; reúne un conjunto de ideas provenientes de una larga historia de desarrollo humano. El término surgió como respuesta a diversas problemáticas globales, entre ellas, el creciente desequilibrio en el desarrollo de los países y el desafío de reducir la pobreza es enorme a nivel mundial.
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El concepto de "desarrollo sustentable" no es nuevo; reúne un conjunto de ideas provenientes de una larga historia de desarrollo humano. El término surgió como respuesta a diversas problemáticas globales, entre ellas, el creciente desequilibrio en el desarrollo de los países y el desafío de reducir la pobreza es enorme a nivel mundial.
Después de cumbres internacionales el concepto "desarrollo sustentable" ha sido definido con mayor precisión. En 1987 la Comisión Bruntland de la Organización de Naciones Unidas (ONU) publicó un informe que describe el "desarrollo sustentable" como "el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades".
Este enfoque significa que, como sociedad, debemos satisfacer todas nuestras necesidades pero preocupándonos por las generaciones venideras, integrando la actividad económica, la preservación ambiental y las preocupaciones sociales, lograr este equilibrio es la meta fundamental.
Sin embargo, lograr este equilibrio no siempre es sencillo, se trata de uno de los mayores desafíos enfrentados por el mundo actual, ya que los intereses de diferentes actores suelen entrar en conflicto.
En este contexto, resulta evidente que la minería al basarse en la extracción hasta el agotamiento de recursos naturales no renovables, no puede ser considerada una actividad sustentable según la definición de la ONU.
Una vez extraídos, los recursos minerales dejan de estar disponibles para las futuras generaciones, contradiciendo uno de los principios fundamentales del desarrollo sustentable.
Aunque es indiscutible la importancia de la minería para mejorar la calidad de vida y atender las necesidades de una población mundial en constante crecimiento, sin embargo, esto no justifica calificarla como una actividad de desarrollo sustentable.
Además, es importante reconocer las distintas formas y escalas de explotación minera que existen alrededor del mundo. Estas incluyen minería artesanal, de pequeña, mediana y gran escala. Mientras que las operaciones artesanales son realizadas manualmente con movimiento mínimo de mineral y un impacto ambiental relativamente menor.
Las grandes empresas mineras operan con mayor cantidad de recursos y están sujetas a estándares más elevados.
Estas empresas no solo deben cumplir con regulaciones locales, sino que a menudo también adoptan normas ambientales y sociales internacionales más estrictas. Sin embargo, estos estándares no son universales y varían significativamente entre países, dependiendo de la legislación y los mecanismos de control existentes. En general, están elevando continuamente los niveles de exigencias.
Un factor adicional que complica la situación es la minería ilegal o informal, presente en varias regiones del mundo. Estas prácticas suelen operar al margen de las leyes, ignorando los impactos ambientales y sociales.
En el caso de la minería legal o formal, los controles gubernamentales pueden ser insuficientes, y la sociedad en general rara vez participa en los procesos de supervisión.
Por otra parte, la minería no solo se desarrolla en regiones montañosas, también puede ser en áreas de bosques, en los ríos o próximos a centros urbanos, por lo tanto, actúan en zonas muy vulnerables, difícil de evitar un impacto negativo ambiental y social y en muchos casos no llegan los controles del gobierno.
En conclusión, aunque existen ejemplos de buenas prácticas en la minería, la actividad minera en su esencia no cumple con los principios del desarrollo sustentable dado su carácter extractivo en diferentes ambientes geográficos y la falta de equidad intergeneracional que implica.
