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26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Diplomacia rusa: inmunidad no significa impunidad

Sabado, 28 de diciembre de 2024 01:02

Por HERNÁN SANTIVÁÑEZ V diplomático de carrera

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Por HERNÁN SANTIVÁÑEZ V diplomático de carrera

Buenas dosis de cinismo exhibió la Embajada de Rusia en Argentina al alegar que sus funcionarios infractores de tránsito eran víctimas de "una grave violación al derecho internacional" por parte de Argentina. En marzo de 2006, la prensa argentina registra la inconducta de otro diplomático ruso, que en estado de ebriedad circulaba a alta velocidad y de contramano por calles porteñas. La propia Embajada optó por retirarlo antes de ser declarado persona non grata. Años atrás, en Buenos Aires, un auto con patente celeste de una embajada latinoamericana arrolló a una adolescente y acabó con su vida. Un cónsul de un país limítrofe sería apresado cuando intentaba traficar un rodado robado. Estas situaciones se repiten en diversas capitales del mundo, reflejando un desprecio irresponsable por las más elementales normas de convivencia de una sociedad.

Los diplomáticos deben hacer gala de una conducta digna que prestigie la honra de su nación. Las inmunidades diplomáticas se otorgan para garantizar el buen desempeño de sus tareas, sin interferencias, pero eso dista de implicar impunidad para contravenir normativas. Las leyes, reglamentos y autoridades del estado donde se encuentran acreditados deben ser respetadas, al igual que las costumbres y prácticas locales. La Convención de Viena (1961) en su artículo 41 es precisa en esos conceptos, inmunidad no significa impunidad.

El reglamento para las representaciones diplomáticas argentinas en el exterior es claro en sus enunciados: los diplomáticos deben colaborar con las autoridades locales, sin menoscabo de su inmunidad, y observar y cumplir las disposiciones legales del estado receptor. A su vez, la Cancillería argentina instruyó a las misiones diplomáticas extranjeras sobre el debido acatamiento y cumplimiento de las normas de tránsito, señalando que el no cumplimiento abriría paso a la intervención policial.

Ante la exasperación por una oleada de abusos perpetrados por diplomáticos de diferentes nacionalidades, en diversas capitales se practica una política de "tolerancia cero". En Madrid, es común observar grúas policiales acarreando vehículos con patente diplomática mal estacionados. Itamaraty remite un ranking anual de infracciones cometidas por vehículos y funcionarios diplomáticos acreditados en Brasil. En Londres, si un auto diplomático causa un bloqueo de tráfico será removido, y si su conductor ostenta una conducta poco decorosa, su jefe de misión recibirá sugerencias de proceder al traslado de esa persona.

El Departamento de Estado advierte a todas las embajadas en Washington D.C., que "la inmunidad diplomática no exime a los funcionarios de la obligación de cumplir con las normas y leyes nacionales y locales", dado que "el propósito de esos privilegios e inmunidades otorgados es asegurar el desempeño eficiente y efectivo de las tareas oficiales encomendadas por sus gobiernos". El gobierno australiano adoptó severas medidas para sancionar a diplomáticos extranjeros que condujeran ebrios o bajo efecto de estupefacientes, o a velocidades excesivas.

Un análisis significativo fue "Cultures of Corruption: Evidence from Diplomatic Parking Tickets" realizado por los profesores Ray Fisman (Columbia) y Edward Miguel (Berkeley), a instancias de la alcaldía de Nueva York. Durante 8 años se analizaron 150.000 multas aplicadas a autos con patente diplomática acreditados ante la sede de Naciones Unidas. A raíz del estudio, se aplicaron severos correctivos para las embajadas infractoras, la policía neoyorquina recibió mayores poderes y mermó la cooperación internacional norteamericana hacia esos países. El relevamiento arroja que los diplomáticos provenientes de países con mayores niveles de institucionalidad y civismo cometieron menos infracciones. Por el contrario, quienes pertenecían a países con elevados estándares de corrupción registraron las mayores infracciones.

 

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