Con un trabajo que reúne las voluntades más sinceras, la huerta comunitaria "Sembrando futuro" se creó para ver crecer frutas y hortalizas como muestra fiel de la abundancia que provee la madre tierra.
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Con un trabajo que reúne las voluntades más sinceras, la huerta comunitaria "Sembrando futuro" se creó para ver crecer frutas y hortalizas como muestra fiel de la abundancia que provee la madre tierra.
Es así que se trata de un espacio proyectado para quienes aman la ofrenda que nos regala la naturaleza en el aroma de la tierra fresca, los colores de las verduras que se descubren atravesando tiempos y floreciendo bajo el sol.
Aquí los vecinos se entrelazan en la satisfacción de compartir tareas para sostener esta huerta desde la faena permanente hasta llevar a la mesa alimentos saludables y cultivados por sus propias manos. Y es que, desde el momento del sembrado de semillas o plantines, seguir con el ánimo puesto en consolidar el espíritu de quehacer es muy importante gracias a la intención que los une para ver cómo crecen sus propios alimentos.
Con la emoción de ser parte de esta faceta de cultivo, los integrantes de "Sembrando Futuro", realizaron tareas de riego, limpieza de malezas, armado de almácigos de tomate cherri, morrones y ají en vaina grande; además de trasplante de cilantro y ciboulette. "Los encargados de la huerta trabajan los días jueves y sábados. Pero los días de merienda y comedor, colaboramos regando", expresó Itatí Ávalos encargada de este espacio que se forma a través de cursos provenientes del proyecto "Huerta". "Armamos un lombricario y compostera, también recolectamos por primera vez el lixiviado de nuestro lombricario y se realizó el control de nuestro compost, luego del curso que nos dieron Soledad y Jorgelina Ríos desde el Ministerio de Desarrollo Humano", comentó.
La actividad es constante en la huerta que ofrece una gran variedad de vegetales y frutas para los vecinos del sector B2 del barrio Alto Comedero. Las familias se benefician por la abundancia que se genera a partir del cuidado y del respeto por el proceso natural de siembra y cosecha, del que tanto niños como adultos aprenden y se favorecen en comunidad.
De esta manera, también se instalaron acciones para que los vecinos se encuentren alertas, por si alguien ingresa sin autorización. En cuanto a las propuestas de las que fueron parte, la encargada explicó que los cursos de capacitación son fundamentales para seguir llevando adelante este emprendimiento. "Ya tenemos nuestro primer compost y recogimos la primera botella de lixiviado que es un fertilizante orgánico y que permite un buen desarrollo de las plantas para que den más frutos", destacó.
A través de una labor en conjunto, se efectúa el control del lombricario donde los integrantes pueden observar cómo van reproduciéndose las lombrices californianas.
Y es que son importantes aliadas para la labor subterránea que es verdaderamente prometedora ya que otorgan nutrientes a la tierra, logrando mayor calidad en todo lo que llegue a sembrarse. "Ya cosechamos remolachas, acelgas, perejil, locotos y espinacas. Todo fue repartido en una exposición a la que fuimos invitados", contó Ávalos acerca de esta iniciativa que además concentra plantines y almácigos de coliflor y puerro.
La dedicación a la huerta es inquebrantable debido a la paciencia que cada integrante tiene al momento de esperar el crecimiento de los especímenes. "Para nosotros es gratificante poder ver resultados de este trabajo. Y ver la felicidad con la que se llevan los frutos", destacó. La esencia de ser comunitaria expone que todo se comparta y se ofrezca a las familias, además de abastecer de manera natural a cada una de ellas.
En respuesta, los vecinos se muestran agradecidos porque ven los efectos de una acentuada faena, en cada plato servido. Y es que con cada semilla que juntos colocan en la tierra, las ilusiones se confunden con el abono más importante que es el amor.