“Nosotras las mujeres wichís somos celestiales, somos las dadoras de vida, las mujeres estrellas. Sin nosotras no hubiera existido la humanidad wichís. Nosotras fuimos las que educamos al macho que habitaba en la tierra, nosotras humanizamos al macho que estaba en la tierra. Nosotras educamos incluso sus instintos porque éramos mujeres estrella, mujeres celestiales, mujeres espirituales. Ese es el rol que tenemos nosotras como mujeres wichís. Y también es parecido a otros pueblos indígenas”. La frase es de Octorina Zamora, representante wichís.
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“Nosotras las mujeres wichís somos celestiales, somos las dadoras de vida, las mujeres estrellas. Sin nosotras no hubiera existido la humanidad wichís. Nosotras fuimos las que educamos al macho que habitaba en la tierra, nosotras humanizamos al macho que estaba en la tierra. Nosotras educamos incluso sus instintos porque éramos mujeres estrella, mujeres celestiales, mujeres espirituales. Ese es el rol que tenemos nosotras como mujeres wichís. Y también es parecido a otros pueblos indígenas”. La frase es de Octorina Zamora, representante wichís.
Hace más de 20 años conocí a Octorina. La primera vez que nos vimos fue en el marco de una denuncia por abandono absoluto del estado. Aquella vez Octorina cargaba con las fotos de nenes wichis que morían por desnutrición. Eran imágenes desgarradoras de una realidad evitable. Tan evitable como su lucha de hoy, terminar con el “chineo”.
El “chineo” es la violación sistemática de niñas indígenas desde los siete años a manos de los “criollos”: hombres adultos que pueden ser policías, gendarmes, comerciantes, enfermeros, terratenientes. Muchos con poder político y económico. La práctica, con un fuerte componente machista y racista, se remonta a la conquista española. Está enmarcada dentro del etnocidio que sufren los pueblos originarios desde hace cientos de años.
Octorina empezó a denunciar las atrocidades del chineo hace muchos años, pero no encontraba nadie en la Justicia que la escuchara. “Cuando hicimos el reclamo, por ejemplo, en el Ministerio del Interior nos dijeron que no podían hacer demasiado porque se trataba de una práctica cultural. Pero no lo es, porque no es parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas entregar a las niñas para que sean violadas, sino que es algo que se da por la dominación misma y por impunidad de los criollos con las comunidades indígenas”.
”Volvía de la escuela con mi prima, agarradas de la mano, estaba cerca de mi casa, faltaba poco para llegar. Ella alcanzó a correr, pero yo no. Me subieron a un auto, eran hombres blancos, y me violaron. Hoy no quiero que eso le suceda a ninguna de mis hijas, por eso digo basta de chineo”.
Este es uno de los tantos relatos sobre una realidad silenciada, que hoy sale a la luz gracias a la unión y la organización de mujeres indígenas de distintos territorios decididas a terminar con los abusos sexuales que sufren desde hace siglos.
A través de la campaña “Basta de Chineo”, las Mujeres Originarias se están organizando. Cómo nunca antes las mujeres aborígenes están diciendo basta. Están denunciando la maldita historia y están haciendo historia. Están de pie, y ya no se van a callar más.
Fuente: TN