En la mañana del domingo, los comentarios alarmados corrían de boca en boca: “¿es que nadie se acuerda de lo que pasamos el año pasado?” Más allá de las explicaciones, que tantos pretenden buscar en sus comentarios por las redes o en charlas callejeras, la sensación de desamparo ataca a muchos vecinos mientras, para otros, se agranda la idea de que se puede, que es casi un carnaval como otros salvo por la falta de trompetas, por la casi ausencia de diablos y por algunos barbijos.
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En la mañana del domingo, los comentarios alarmados corrían de boca en boca: “¿es que nadie se acuerda de lo que pasamos el año pasado?” Más allá de las explicaciones, que tantos pretenden buscar en sus comentarios por las redes o en charlas callejeras, la sensación de desamparo ataca a muchos vecinos mientras, para otros, se agranda la idea de que se puede, que es casi un carnaval como otros salvo por la falta de trompetas, por la casi ausencia de diablos y por algunos barbijos.
Se oye una banda sonando medio alejada del pueblo y varios corren para ese lado, como si fuera un dato que promete diversión. Llegan fotos por whattsapp de lo que ocurre aquí y allá en algunos desentierros, pero estamos en la Plaza de Tilcara, demasiado visible todo como para transgredir, y sin embargo la cosa es más o menos parecida, tumultuosa, festiva.
En la mañana alguien comentó que era previsible, que ponerle protocolos al Carnaval es inútil, que se hace o no se hace. Otros pensarán que no era posible prohibirlo, otros que acaso sea la última oportunidad de recuperar algunas ventas, pero lo cierto es que los protocolos no se cumplen, menos para la gente que se amucha para festejar en los lugares públicos.
En la seccional se nos informó que el sábado se labraron cuatro actas de infracciones a las comparsas que no se ajustaron a las normativas. Tal vez no sea sólo ese el tema, porque el hecho de que se pueda transitar casi libremente por la ruta y entrar a los pueblos, hace que quienes se conglomeran no tengan personería jurídica a la que multar. Es difícil a esta altura imaginar algo distinto y habrá que esperar las consecuencias.