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26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos Humanos: Su ausencia

Jueves, 27 de agosto de 2020 01:03

Aunque se casara a los diecisiete con la bella Lucinda y mantuviera su amistad coqueta con la desagraciada Tostina, el Joe Díaz fundó varias familias cuyos herederos llevaban su apellido. Pierre Donadou Quispe nos dijo que el hombre sentía que era descortés despreciar un amor, y no lo hacía.

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Aunque se casara a los diecisiete con la bella Lucinda y mantuviera su amistad coqueta con la desagraciada Tostina, el Joe Díaz fundó varias familias cuyos herederos llevaban su apellido. Pierre Donadou Quispe nos dijo que el hombre sentía que era descortés despreciar un amor, y no lo hacía.

Para sus cumpleaños asistían todos sus hijos, y el día del niño se llenaba la cuadra de changuitos y chinitas que lo trataban de papá, y como el jopo no se le desmereció sino hasta los cuarenta, el Joe salía a la vereda enamorando por igual a policías y ladronas, a conservadoras y revolucionarias, a jóvenes y no tan jóvenes.

Pero pese a su belleza y simpatía, hubo alguien que un día supo pararle el carro. Fue una tarde de agosto, fresca y antes del viento cuando la Tostina se sentó frente a él con la poca coquetería que la caracterizaba, y con su voz tediosa y monótona le dijo que no quería ser una más entre tantas, y que se iba a casar con otro. Lo dijo, acomodó esos cabellos que le desentonaban con sus manos demasiado grandes, lo miró desde su notable incapacidad por expresar sentimientos y partió, y recién entonces, ante su pérdida, el Joe comprendió lo mucho que la amaba, mucho más que a la bella Lucinda, su esposa, mucho más que a las tantas que aceptaba a su lado. Desde ese día, ni siquiera verse el jopo en el reflejo del espejo pudo levantarle el ánimo. Nunca fue el mismo, aunque todos y él mismo sabían que no iba a ser feliz a su lado. Lo que lo amarraba a la Tostina no era su posibilidad sino su ausencia.

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