28 de Junio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos Humanos: El brazalete

Domingo, 21 de junio de 2020 01:02

Blanca dejó la bandeja sobre la mesa cuando ya casi salía el sol, y dejó caer un brazalete sobre el mantel. Si bien se ruborizó como si se avergonzara de tal joya, era evidente que quería hablarnos del tema. No sé su valor, capaz que no sea para tanto, nos dijo, pero así como lo ven se lo regaló a mi abuela una mujer a quien ella ayudó cuando lo necesitaba. Era una de esas noche frías, tristes y cargadas de lluvia. Los truenos parecían golpear sobre el techo de la casa, y el clima hacía pensar en aquello que estaría sucediendo en la calle con quienes que no tenían un hogar donde ir a cobijarse.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Blanca dejó la bandeja sobre la mesa cuando ya casi salía el sol, y dejó caer un brazalete sobre el mantel. Si bien se ruborizó como si se avergonzara de tal joya, era evidente que quería hablarnos del tema. No sé su valor, capaz que no sea para tanto, nos dijo, pero así como lo ven se lo regaló a mi abuela una mujer a quien ella ayudó cuando lo necesitaba. Era una de esas noche frías, tristes y cargadas de lluvia. Los truenos parecían golpear sobre el techo de la casa, y el clima hacía pensar en aquello que estaría sucediendo en la calle con quienes que no tenían un hogar donde ir a cobijarse.

Yo era muy pequeña y lo recuerdo como si fuera hoy. Los niños son muy impresionables, dijo, pero creo que todos estábamos igual de sensibilizados cuando llamaron a la puerta y apareció esa mujer con sus cuatro hijos, uno de ellos cargado en los brazos. Estaban muy mojados, helados y aparentemente hambrientos. La madre le dijo a mi abuela que esperó hasta el final para pedir ayuda, pero que ya no podía más y que lo hacía por sus hijos.

Yo no recuerdo todo lo que se habló, mucho me lo contaron después. Lo que recuerdo, dijo Blanca, es que la abuela no dudó en hacerlos pasar, en servirles la mesa y en despedirlos recién en la mañana con alguna ropita que ya no usábamos. La mujer le dio las gracias con los ojos llenos de lágrimas y después se fueron. Estábamos todos conmocionados, se imaginan, así que tardamos en descubrir que, sobre la mesa en la que habían comido, habían dejado este brazalete de perlas como olvidado.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD