Cuando la cantante de música country, en la serie que veíamos por televisión, bajaba del escenario para dirigirse al camarín y recibir la llamada de un hombre que le exigía diez mil dólares, Aurelia trozó el vacío al horno para dejar sendos trozos en los platos de Solón y en el mío.
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Cuando la cantante de música country, en la serie que veíamos por televisión, bajaba del escenario para dirigirse al camarín y recibir la llamada de un hombre que le exigía diez mil dólares, Aurelia trozó el vacío al horno para dejar sendos trozos en los platos de Solón y en el mío.
En la pantalla, los detectives van a felicitar a la artista y allí se enteran de la extorsión. Contra lo que ella quiere, que es terminar con el asunto entregando el dinero, le sugieren que la seguirán. La escena siguiente es en una cancha de tenis, la mujer deja la bolsa con el dinero en el cesto de basura convenido y se retira.
Cuando el delincuente llega a retirarlo, descubre que los detectives lo vigilan y huye, corriendo. Pese a la acción atlética de los detectives, el malviviente logra evadirse y, esa misma noche, comete el primer crimen. Luego llama a la cantante para anunciarle que, por lo que hizo al involucrar a la policía, debió matar a un hombre inocente.
Luego hay otra muerte más, y la artista decide deshacerse de los detectives para entregar la plata, por lo que llega a un galpón abandonado. No hay nadie por ninguna parte y se sospechan ratas por doquier. Ella pasa de sala en sala sintiendo sólo la presencia ausente que todos sospechamos.
Grita exigiéndole que aparezca, le asegura que tiene el dinero y que no hay policía. Entonces la silueta del hombre se dibuja en una puerta y la habla con su voz cascada. Le habla como si la conociera y se sorprende de que ella no lo recuerde, ese es el asunto pero hay más.