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22 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Antecedentes del Éxodo

La situación en Cochabamba. ¿Por qué Manuel Belgrano avanzó desde Campo Santo hacia Jujuy?
Viernes, 23 de agosto de 2019 01:02

El 20 de junio de 1811 tuvo lugar la Batalla de Huaqui, en la actual República de Bolivia, en la ribera sur del lago Titicaca, a escasos kilómetros de la frontera con Perú. En ella, el ejército realista, al mando del general José Manuel de Goyeneche, batió contundentemente a las armas patrias comandadas por el general Antonio González Balcarce y el vocal - representante de la Junta, Juan José Castelli. Producto de ello, el Ejército del Norte se descalabró, y sus restos retrocedieron en desorden, harapos y casi desarmado, hacia el actual territorio argentino. Llamó la atención a los patriotas que los realistas no los persiguieran para acabarlos.

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El 20 de junio de 1811 tuvo lugar la Batalla de Huaqui, en la actual República de Bolivia, en la ribera sur del lago Titicaca, a escasos kilómetros de la frontera con Perú. En ella, el ejército realista, al mando del general José Manuel de Goyeneche, batió contundentemente a las armas patrias comandadas por el general Antonio González Balcarce y el vocal - representante de la Junta, Juan José Castelli. Producto de ello, el Ejército del Norte se descalabró, y sus restos retrocedieron en desorden, harapos y casi desarmado, hacia el actual territorio argentino. Llamó la atención a los patriotas que los realistas no los persiguieran para acabarlos.

La razón por la cual el ejército realista, triunfante en Huaqui, no había bajado aún por la Quebrada de Humahuaca a dar cuenta de los restos del Ejército del Norte fue que tenía que vérselas primero con los patriotas altoperuanos, que se mantenían fieles a la revolución, en la provincia de Cochabamba.

Cochabamba consiguió distraer por más de un año a Goyeneche; lo que le permitió al nuevo jefe del Ejército del Norte, General Manuel Belgrano, reorganizarse. Sin el accionar insurgente de Cochabamba, las epopeyas del Éxodo Jujeño y las Batallas de Tucumán y de Salta no hubieran sido posibles.

¿Por qué Belgrano pasó de Campo Santo hacia Jujuy?

Belgrano mejoró las relaciones con los cochabambinos, tirantes con su primo Castelli. Los más destacados patriotas de Cochabamba le escribieron para ponerse a sus órdenes. El general informó, entonces, al Gobierno que, ante este despliegue patriótico de Cochabamba, él no se iba quedar de brazos cruzados. Dispuso adelantar al escuálido Ejército del Norte, acampado en la localidad salteña de Campo Santo, para respaldar a los revolucionarios altoperuanos. "Las cartas de Goyeneche que acompaño en otro de esta fecha, me han dado la bastante idea para adelantar al ejército cuanto me sea posible, al mismo tiempo que las noticias y estado de Cochabamba y demás provincias, en que se trabaja con empeño y ardor por la causa de la patria: porque creo que con estar á las inmediaciones del enemigo, le distraigo su atención, y divido sus fuerzas, que según me avisa el comandante Arze no exceden de cuatro mil hombres, de los cuales dos mil reclutas". En los días siguientes, el ejército avanzó hasta Jujuy para distraer a Goyeneche; así éste dividiera sus fuerzas. De este modo, Belgrano procuraba aliviar el cerco sobre Cochabamba.

Conmovido, el general remitió a Buenos Aires: "Un cañoncito, dos granadas de mano y una bala de los arcabuces que usa el ejército de Cochabamba, á falta de fusiles: todo esto prueba el ardor de aquellos patriotas: si las demás provincias hicieran otro tanto, muy pronto se acabarían los enemigos interiores, y temblarían los que nos acechan". Eran muestras del rudimentario armamento de los patriotas altoperuanos; para que en la capital supieran del fervor y la decisión de los cochabambinos. Los arcabuces eran armas obsoletas y anacrónicas para la época. Sin embargo, los revolucionarios los seguían utilizando, a falta de mejores armas de fuego. El cañoncito que remitía permitía únicamente usarse en el hombro de los soldados.

La correspondencia de Belgrano con su amigo Rivadavia: El 3 de junio de 1812, desde Jujuy, Belgrano se dirigió a su amigo, Bernardino Rivadavia; que integraba el Gobierno. Le pidió urgentes refuerzos, aunque entendía que las fuerzas disponibles en la capital debían contener la amenaza de los portugueses, que invadieron la Banda Oriental. Pues, de triunfar éstos, tomarían Buenos Aires, y se terminaría toda la revolución. Se quejaba de las mentiras de los realistas: "Observe lo que ejecuta Goyeneche; aparenta con sus contestaciones, de que V. se halla impuesto, de que desea la paz, para entretenernos, y mientras, cargar sobre los infelices indefensos, matar hasta inocentes, quemar los pueblos e ir a destruir Cochabamba, si le es dable, alucinando además a los naturales que pronto se abrazarán con nosotros, que ya le pedimos la paz". La propaganda de Goyeneche era implacable, a fin de demoler la resistencia revolucionaria. Buscaba ganar tiempo con Belgrano, mientras aniquilaba a los cochabambinos. Engañaba a los indios, diciéndoles que todo ya estaba arreglado con Belgrano y que no valía la pena luchar por una causa perdida.

Pedía algunos oficiales que lo habían acompañado en su campaña al Paraguay, pero que no le mandaran jefes mal dispuestos, pues "tengo á montones de lo más inútil, y de lo más malo que V. pueda pensar".

El 30 de junio de 1812 llegaron versiones que Cochabamba había sucumbido ante el feroz ataque de Goyeneche. Entonces Belgrano comisionó a la capital al mayor Manuel Dorrego, para que describiera en persona el estado de las cosas en el Norte. En el curso de los días, se confirmó lo que era un secreto a voces: Cochabamba había caído bajo las bayonetas enemigas; y el ejército real, ya desocupado, acometería ahora contra Belgrano, en Jujuy.

Belgrano escribió a Rivadavia esperando que las tratativas con los portugueses estuvieran bien encaminadas. Auguraba que la amenaza oriental se despejara pronto, "para que se contraiga nuestra atención al Tirano infernal del Perú, que sin fuerzas no lo podemos arrojar, y cada día ha de aumentar las suyasÓ Dorrego hablará á V. de nuestras necesidades, y le hablará con conocimiento: no hay que detenerlo mucho; pues me hace falta y es muy interesante en este Ejército". Pedía que le mandaran al teniente de artillería Juan Santa María, que luego destacó en la Batalla de Tucumán.

La implacable proclama: Arranca el Éxodo Jujeño: Sin más alternativa, luego de muchas dudas; sabiendo que todo el aparato realista se le venía encima, el 29 de julio de 1812, Belgrano emitió su famosa proclama, donde aplicaba, con la mayor severidad, las instrucciones del Triunvirato del 27 de febrero; que le ordenaban dejar tierra arrasada al enemigo, en caso de retroceder; como efectivamente estaba por suceder. Este implacable bando ordenó dejar desierta Jujuy para el 27 de agosto de 1812: "Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres, trayéndonos las armas de chispa, blanca y municiones que tengáis o podáis adquirir, y dando parte a la Justicia de los que las tuvieron y permanecieren indiferentes a vista del riesgo que os amenaza de perder no sólo vuestros derechos, sino las propiedades que tenéis. Hacendados: apresuraos a sacar vuestro ganado vacuno, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras estancias, y al mismo tiempo vuestros charquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarandóos además si no lo hicieseis, traidores a la Patria. Labradores: asegurad vuestras cosechas extrayéndolas para dicho punto, en la inteligencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos. Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirlos, e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, y además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, y a quien pertenezcan. Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos. Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen".

Narra Bartolomé Mitre: "El 23 de agosto á las cinco de la tarde se movió de Jujuy el grueso de la columna patriota en dirección á Tucumán, tomando el camino de las postas. Siguió más tarde la división antes de vanguardia, compuesta de 200 hombres, destinada á cubrir la retaguardia. A las 12 y media de la noche salió recién el General de la ciudad, y alcanzó al ejército, que aunque marchando á pié, hizo una jornada de diez leguas continuando su retirada en la noche".

José María Paz, oficial de la retaguardia del Ejército, recuerda: "Entretanto, vino la invasión del enemigo, y el cuerpo de vanguardia emprendió su movimiento retrógrado: quedando un cuerpo de caballería, se incorporó lo restante al ejército en Jujuy el mismo día que éste emprendía el suyo para Tucumán. Recuerdo que atravesamos el pueblo de Jujuy en toda su extensión, sin permitirnos separarnos, ni aun para proveemos de un poco de pan. Acampamos durante tres o cuatro horas a la inmediación de la ciudad, y tampoco se nos permitió entrar, ni mandar nuestros asistentes a proveernos de lo más preciso: tan riguroso y severo era el General Belgrano".

Los realistas jamás perdonaron a Belgrano esta dura medida. Pío Tristán escribiría: "Belgrano es imperdonable por el bando del 29 de julio". Era un "bando impío", ya que, al decir del historiador español Mariano Torrente, las "tropas de Buenos Aires que ocupaban las ciudades de Jujui i SaltaÓ con orden de su comandante Belgrano para que todos los habitantes evacuasen aquel territorio, llevándose los archivos i aún los armamentos i vasos sagrados de las iglesias". El cuadro lo completaría el cronista hispano Gral. Andrés García Camba, con respecto a Jujuy y Salta: "Poblaciones que los insurrectos abandonaron después de haberlas maltratado mucho y hasta incendiado sus archivos públicos".

Empezaba así la epopeya más dura, dolorosa y gloriosa del Norte Argentino, en su lucha por la Indepen

 

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