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18 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. La guerra fría

Jueves, 24 de agosto de 2017 22:45

 

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Eso no es todo, nos dijo Armando como si no lo fuera mientras le preguntaba a don Braulio si es que recordaba de cuando Humphry Bogart dio, en las calles de Tilcara, con un agente de la KGB, esos servicios secretos rusos de la época de los comunistas, nos explicó didácticamente. Amadeo Don sonrió de lado como si fuera una broma, pero Armando pasó al relato.

No les hablo de las épocas de las carretas y las postas, nos dijo, pero las rutas tampoco eran tan buenas entonces. Ni recuerdo cuántas horas había que viajar para llegar a Jujuy, pero si me acuerdo que había familias que anunciaban en el diario que bajaban a la ciudad, porque era toda una aventura.

Por aquel tiempo en el que todo el que llegaba al pueblo era motivo de conversación, bajaron, uno del tren y otro de algo así como un ómnibus, dos hombres de muy distinto origen, ambos con tonada por igual extraña, del ómnibus aquel entrenado para esparcir por América los intereses soviéticos, y del vagón un detective privado contratado para descubrir un crimen.

Pero el drama de que les hablo, nos siguió contando, tuvo poco que ver con la Guerra Fría de aquella mitad del siglo XX, sino con una mujer, dijo y Amadeo Don hizo un gesto como para dar a entender que, para él, así sí que tenía sentido la historia. Lo recuerdo, dijo don Braulio tal vez sólo porque ese era el pie que necesitaba Armando para seguir, y siguió.

Quien sabe qué misión le fuera encomendada al ruso, pero sabemos que el detective no cumplió la suya porque los acontecimientos se precipitaron.

 

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