Es joven, formó parte del grupo Tinku Manta con el que recorrió escenarios bonaerenses, hasta que en el año 2008 se separa y comienza a explorar un nuevo momento musical. Se vuelca por el camino solista y solo con su charango, emprende nuevas experiencias.
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Es joven, formó parte del grupo Tinku Manta con el que recorrió escenarios bonaerenses, hasta que en el año 2008 se separa y comienza a explorar un nuevo momento musical. Se vuelca por el camino solista y solo con su charango, emprende nuevas experiencias.
Ama Jujuy, y a pesar de su origen dice haber encontrado en esta tierra y en la música de la región, su identidad. Por eso significa mucho para él haber presentado este trabajo, cuando vino en el último mes de abril en el Centro Andino para la Educación y la cultura (Capec) de Tilcara, y anoche - en su segundo viaje a Jujuy en este año- en el Centro Cultural Coquena de la capital.
El Tribuno de Jujuy conversó con él para conocer detalles de su recorrido musical y cultural.
¿Cómo se produce tu acercamiento al charango y a Jujuy?
Mi acercamiento al charango y a la música folclórica me trae a Jujuy. Hace muchos años que vengo seguido al norte. El conocimiento del lugar y sentirme parte, es lo que provoca ese acercamiento. Aunque nací en Buenos Aires cuando vengo al norte siento que este es mi lugar.
¿Y cómo surge en tu camino musical la dedicación a la instrumentación andina?
En Buenos Aires hay un prejuicio de los porteños de creerse parte de otro lugar, y es lo que a mí me genera ciertas dudas y el interés de conocer mi país. En el norte tengo siempre una sensación de mayor pertenencia, y más Jujuy. Conocí Salta y Tucumán también, y es por aquí donde me siento en mi lugar. En Buenos Aires siento que me falta algo. De ahí que surge en mí la iniciativa de explorar en la instrumentación andina.
¿Y sabés por qué?
Tiene que ver con esa búsqueda de identidad que en Buenos Aires no la encuentro. El interés en la música tradicional, andina, criolla, tiene que ver con haber recorrido la Quebrada, los Valles Calchaquíes. Lo que más me llega es lo andino, y me fui consiguiendo los instrumentos como la anata, el charango, etc. Con el tiempo me fui sintiendo más cómodo tocando el charango.
¿Cuándo te decidís a dedicarte exclusivamente al charango?
Fue gradualmente. La quena por ejemplo, me gusta escucharla pero tuve más dificultad para tocarla. En algún momento pensé esto de que “el que mucho abarca poco aprieta”, y me decidí por el charango.
¿Esta es tu primera grabación?
Tengo una grabación anterior más casera, pero ésta es la primera que está registrada en Sadaic (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), y más formal. El disco es un proyecto muy estudiado.
Antes estaba tocando con Tinku Manta, un grupo con el que recorrimos peñas de Buenos Aires, hasta que me volqué a mi camino solista en el año 2008.
Lo importante de este proyecto actual mío es que en ese año empiezo a tocar y pensar la música a partir del charango. En un primer momento no era una idea definitiva el de seguir solo, pero me fue gustando como sonaba solo, me gustaba lo que iba armando y escuchando. Cuando uno está solo tiene más posibilidades de explorar el instrumento. Hay guitarristas que tocan solos, como Atahualpa que es mi inspiración. Hay grandes charanguistas en Bolivia como Ernesto Cavour, Mauro Núñez, o Jaime Torres y Oscar Miranda en Argentina, pero no hay muchos que toquen solos sin la intervención de otros instrumentos como la guitarra. Y entonces me planteé eso como desafío. Fui creando y recreando lo que ya existía, y fui explorando, buscando la manera, a partir de los elementos que nos da la música tradicional, ver cómo hacer de modo que el charango no necesite de otro instrumento.
¿Y la música de Atahualpa no estaba escrita para charango?
No. Y yo tampoco había tocado nada de él hasta ese momento. De alguna manera inconsciente, escuchándolo, se me fue ocurriendo que eso que escuchaba de él como un referente de la música popular, podía sonar bien en charango. Y me empezó a gustar como quedaba solo, y me pareció que no necesitaba de otro instrumento. La guitarra está pensada a partir de la música europea, y el charango aunque es un instrumento de cuerdas que no existía antes de la llegada del español a América, surge en la región andina y responde a las necesidades de la música andina.
Vos decís que se adapta mejor…
Está pensado para esa música, tiene su afinación y la disposición de las cuerdas distinta. En el charango se pueden generar ciertos sonidos que tienen que ver con la armonía y los acordes, que si uno lo tiene que adaptar en la guitarra, se limita un poco creativamente.
Salieron versiones de temas tradicionales, otros los compuse.
Lo primero que toqué de Atahualpa fue “Huajra”, que es el tema que cierra este disco. Es lo primero que hice en charango solo, y me gustó tanto lo que quedó, que empecé a pensar en hacer todo un repertorio de Atahualpa en charango. Seguí con lo específicamente andino como “Kaluyo de Huascar”, “Danza de la luna” y “Noche en los cerros” por ejemplo, y después empecé a incorporar algunas zambas y chacareras.
¿Cuándo salió este disco?
El año pasado, y la presentación oficial fue en La Paila en Buenos Aires. Y este año estoy llevándolo a distintos lugares. Por una cuestión sentimental es la segunda vez que lo presento en Jujuy.
Lo grabé gracias a la convocatoria del Inamu de proyectos de discos, donde presenté este trabajo y fue seleccionado.
El proyecto del CD
"Atahualpa en charango" es el resultado de un trabajo de exploración del charango como instrumento solista sin acompañamiento. Este proceso implicó además de la composición de obras pensadas para charango y arreglos propios de repertorio tradicional, la reinterpretación del repertorio de uno de los más grandes creadores y recreadores de la música popular argentina, Atahualpa Yupanqui.
Así es que al tiempo que se busca respetar la esencia o espíritu de la obra original, también aporta el timbre y sonoridad propia de distintos tipos de charangos (convencional, maulincho y ronroco), a los arreglos originales, introduciendo una sonoridad nueva a la música de Yupanqui.
La propuesta consiste en un recorrido por los diferentes ritmos tradicionales del Noroeste Argentino, y la zona andina en general, a partir de un repertorio poco divulgado de la obra instrumental de Atahualpa Yupanqui.