"Salchichón cortado en fetas, pero finitas", fue una parte del breve diálogo que Cristian Puca, hombre acusado de asesinar a su hermano Silvestre Santos en 2005, mantuvo con familiares antes del inicio de la segunda audiencia en Tribunales.
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"Salchichón cortado en fetas, pero finitas", fue una parte del breve diálogo que Cristian Puca, hombre acusado de asesinar a su hermano Silvestre Santos en 2005, mantuvo con familiares antes del inicio de la segunda audiencia en Tribunales.
El hombre llegó más animado que la última vez, saludó a todas las personas que aguardaban el inicio del debate con un gesto amistoso, se sentó al lado de su abogada Sara Cabezas y fue autorizado para dialogar con su hermano Claudio y otras dos mujeres. Diligenció el pequeño mandado y volvió a su lugar.
Seis de los doce testigos que se presentaron en la jornada de ayer ante el Tribunal en lo Criminal N° 2 eran familiares tanto del imputado como del hombre asesinado, incluyendo su madre María Rosa Solá.
Fue la séptima persona que se sentó en frente del Tribunal, negó que entre sus hijos Silvestre y Cristian haya una mala relación y manifestó que "se me hace que Silvestre está por ahí trabajando".
Dio a entender que era muy común que Silvestre se fuera sin decir a dónde y desaparecía por algún tiempo.
Solá dijo que la última vez que vio a Silvestre Santos fue en agosto del 2005, un mes antes de que fuera denunciado como desaparecido. "Fue para La Quiaca a comprar unas cosas y luego se vino", dijo la señora.
Desde que fue nombrada la progenitora de Cristian y Silvestre a ingresar a la Sala, su hijo que está imputado hundió los hombros y no despegó su mentón del pecho. No se atrevió a mirar a su madre ni un solo instante, le costaba tragar saliva y los ojos se le llenaron de lágrimas.
El testigo que aportó datos importantes fue José Rolando Sara, quien dijo ser tío de los Puca. En un primer momento intentó desentenderse, pero luego accedió a relatar lo que sabía del tema. Es que Silvestre Santos en los primeros años de estudio de música vivió en la casa de Sara en el barrio Alto Comedero, y luego se mudó a la casa de Coronel Arias.
"Silvestre me contó que no podía convivir en la misma casa con Cristian, no compartían ni el almuerzo ni la cena. Y el poco tiempo que Silvestre permanecía en nuestra ciudad, prefería ir a visitarme. La última vez que lo vi, lo vi un poquito mal, tenía los ojos rojos, lo noté como decaído, pero no me comentó qué le pasaba", dijo José Sara.
David "Pocha" Mamaní fue el testigo que de alguna manera comprometió a Cristian. "Lo conozco a "Pucaca" desde el 2002 o 2003, porque compartíamos los mismos gustos musicales y nos hicimos amigos cuando fui a tocar a La Quiaca. Una vez llamó a mi casa para ofrecerme una guitarra, le dije que no me interesaba. También me ofreció un teléfono celular y una funda de guitarra. Yo estaba interesado en comprar un celular para mi mujer, le dije que me vea a fin de mes. Lo noté algo molesto porque no le quise comprar esas cosas", dijo.
Estos datos son considerados fundamentales, porque junto con el maestro Puca, su guitarra y su teléfono celular desaparecieron, como así la funda del colchón de su cama, pedazo de tela que 10 diez años más tarde fue desenterrado del patio de la casa de la familia Puca, con restos óseos del hombre denunciado como desaparecido desde fines de septiembre del 2005.
La producción de los alegatos será el próximo miércoles 13
CRISTIAN PUCA. PERMANECIÓ INMÓVIL DURANTE LA DECLARACIÓN DE SU MADRE.
El próximo miércoles se realizará la producción de los alegatos de un hecho aberrante que tardó más de 17 años en llevarlo a esta etapa procesal. Cristian Puca está acusado del delito de “homicidio agravado”, calificación legal que puede ser penada hasta con la pena de prisión perpetua.
Silvestre Santos Puca era maestro de música del establecimiento de Santuario de Tres Cruces del departamento Cochinoca. Según sus colegas era un excelente maestro, muy comprometido en su trabajo. Los fines de semana generalmente los pasaba reuniéndose con amigos y visitando a familiares o cualquier otra actividad que lo mantuviera alejado de la casa que compartía con su hermano Cristian.
La noticia de su desaparición caló hondo en su padre Lucio Puca, quien nunca bajó los brazos y recorrió casi todo el país buscándolo. Tenía la esperanza de encontrarlo enseñando en el algún lugar, según el relato de sus familiares.
Sus esperanzas cedieron en enero del 2015, casi diez años después de la desaparición de uno de sus hijos. Pero la tristeza lo embargó mucho más. En el patio de su propia casa, a unos 2,5 metros de profundidad, hallaron restos óseos envueltos en una funda de colchón, similar al de Silvestre, con una cadenita de oro similar a la que usaba Silvestre.
Las sospechas comenzaron luego de que los investigadores hicieron notar ciertas “anomalías” en el terreno trasero, cuando inspeccionaron la casa de la calle Juan de Garay, mientras todos buscaban al maestro Puca. El otro punto es el cuarto pintado de verde “limón fosforescente” de Silvestre Santos. Todos los testigos que fueron citados y que ingresaron al domicilio que tenía el maestro, coincidieron en que les llamó la atención de un solo cuarto pintado y sin una mancha en el piso, incluso con muebles muy pesados que habían sido corridos.
Silvestre no sabía pintar y solo no habría hecho el trabajo en tan poco tiempo. Es raro que mientras se lo buscaba, su cuarto aparezca todo ordenado, con muebles corridos, con faltantes de muchos de sus instrumentos musicales y su ropa envuelta en una sábana.