La Virgen del Abra de Punta Corral regresó a Tilcara

TILCARA (Corresponsal) Partió del Abra de Punta Corral antes del alba, cerca de las cinco, cuando aún la luna pesaba sobre el santuario y el sol era una promesa. Como a las doce horas, las primeras de las setenta y ocho bandas de sikuris aparecían por la curva de la Usina, donde se escuchaba la voz de Carlitos Cabrera cantando aquello de devoción a la Virgen como preludio de la de Tomás Lipán, que sonó la pasadas las diecinueve, cuando se alzara la cobertura de la urna de la Mamita del Cerro.

A su paso, pañuelos saludando, ojos llenos de lágrimas pero también carteles dibujados por alumnos la Escuela Sarmiento llamando al cuidado del planeta, y ya en las calles cantidad de vecinos con los arcos enflorados, los frutos pendiendo en un nuevo agradecimiento, las mesas cubiertas de pétalos, los pasacalles y sillas desde donde esperarla, en la vereda, cuando los estruendos y redobles anunciaban que ya los sikuris entraban al pueblo.

Bandas de nuestra provincia y del resto del país, las tradicionales junto a las femeninas, las de la misma Tilcara como las de los valles, con niños que se iniciaban al batir el redoble y abuelos de ya muchas pascuas en sus cabellos como si la reiteración de año en año pudiera en algo hacer mermar la emoción del reencuentro.

Desde el 7 de marzo, cuando fue subida al Abra para esperar allí a los peregrinos, hasta bien entrada la noche del miércoles 23, cuando estuvo de regreso entre campanadas de bienvenida, la Virgen concita la atención de este inicio de los tiempos pascuales. Con su vestido negro de Dolorosa, paseará el viernes ante las ermitas, tanto como con su corona de flores blancas, envuelta con el cobertor que la protege en el camino, llegó desde el Abra.

Así Tilcara dejó atrás ese tiempo, también especial, en el que, con los sikuris en el cerro, sus calles parecen despobladas. Al llegar, junto a cada bastonero de una banda, las bolsas de residuos cargadas que bajaban del Abra, donde ya pasada la procesión otros grupos juveniles continuaban con la limpieza, y con los pies cansados de andar, las manos de los promesantes se suman a la confección de las ermitas, dando paso a un momento nuevo dentro de las Pascuas tilcareñas.

Los peregrinos retornaron desde el Abra cansados pero con la fe renovada. El camino elegido para peregrinar hasta el Santuario de Punta Corral, es según indican los peregrinos que más experiencia tienen es el más tranquilo de los tres. El sendero parte cruzando el Río Huasamayo y luego asciende bruscamente al cerro, para luego bordearlo. En el trayecto se encuentran seis calvarios. A partir del cuarto comienza la cuesta colorada, la cual culmina en el sexto calvario. Desde allí se debe seguir en línea recta hasta Punta Corral.

TILCARA (Corresponsal) Partió del Abra de Punta Corral antes del alba, cerca de las cinco, cuando aún la luna pesaba sobre el santuario y el sol era una promesa. Como a las doce horas, las primeras de las setenta y ocho bandas de sikuris aparecían por la curva de la Usina, donde se escuchaba la voz de Carlitos Cabrera cantando aquello de devoción a la Virgen como preludio de la de Tomás Lipán, que sonó la pasadas las diecinueve, cuando se alzara la cobertura de la urna de la Mamita del Cerro.

A su paso, pañuelos saludando, ojos llenos de lágrimas pero también carteles dibujados por alumnos la Escuela Sarmiento llamando al cuidado del planeta, y ya en las calles cantidad de vecinos con los arcos enflorados, los frutos pendiendo en un nuevo agradecimiento, las mesas cubiertas de pétalos, los pasacalles y sillas desde donde esperarla, en la vereda, cuando los estruendos y redobles anunciaban que ya los sikuris entraban al pueblo.

Bandas de nuestra provincia y del resto del país, las tradicionales junto a las femeninas, las de la misma Tilcara como las de los valles, con niños que se iniciaban al batir el redoble y abuelos de ya muchas pascuas en sus cabellos como si la reiteración de año en año pudiera en algo hacer mermar la emoción del reencuentro.

Desde el 7 de marzo, cuando fue subida al Abra para esperar allí a los peregrinos, hasta bien entrada la noche del miércoles 23, cuando estuvo de regreso entre campanadas de bienvenida, la Virgen concita la atención de este inicio de los tiempos pascuales. Con su vestido negro de Dolorosa, paseará el viernes ante las ermitas, tanto como con su corona de flores blancas, envuelta con el cobertor que la protege en el camino, llegó desde el Abra.

Así Tilcara dejó atrás ese tiempo, también especial, en el que, con los sikuris en el cerro, sus calles parecen despobladas. Al llegar, junto a cada bastonero de una banda, las bolsas de residuos cargadas que bajaban del Abra, donde ya pasada la procesión otros grupos juveniles continuaban con la limpieza, y con los pies cansados de andar, las manos de los promesantes se suman a la confección de las ermitas, dando paso a un momento nuevo dentro de las Pascuas tilcareñas.

Los peregrinos retornaron desde el Abra cansados pero con la fe renovada. El camino elegido para peregrinar hasta el Santuario de Punta Corral, es según indican los peregrinos que más experiencia tienen es el más tranquilo de los tres. El sendero parte cruzando el Río Huasamayo y luego asciende bruscamente al cerro, para luego bordearlo. En el trayecto se encuentran seis calvarios. A partir del cuarto comienza la cuesta colorada, la cual culmina en el sexto calvario. Desde allí se debe seguir en línea recta hasta Punta Corral.