27 de Junio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Una primera noche como hace mucho no se vivía

Domingo, 10 de enero de 2016 01:30
<div>LOS COPLEROS / LOS TILCAREÑOS DESPLEGARON UN RICO REPERTORIO DE VERSOS Y TONADAS.</div><div>
El pasacalle cultural ya había entrado a Tilcara cuando cayó la noche. Entonces podían asomar los fantasmas de los últimos Eneros Tilcareños, que son justamente los mayores desafíos de este comienzo de gestión del intendente Ricardo Romero y de su secretario de Cultura, Walter Apaza.
Pero promediando la obra teatral de Cerro Negro, montada en la plaza seca del Hotel de Turismo, el mismo Romero se nos acerca para decirnos, bajito como para no molestar la puesta, que "me enorgullece ver que los vecinos tilcareños volvieron a disfrutar de su Enero". Lo dijo cuándo la obra transitaba referencias locales y modismos del habla que hacen a ese género dramático que floreció antaño en nuestra cultura, y que acaso vuelva a hacerlo. Personajes que se enraízan en los modos de los abuelos quebradeños, emociones y humor por partes iguales, terminaron en la continuidad del pasacalle, esta vez tras los Anateros del Huasamayo, hacia la esquina de Bolívar y Belgrano, donde brotaba la copla en rueda con un rico repertorio de versos y tonadas.
Los que pasaban ya entrada la noche, se detenían a escucharlos o seguían su camino con la confianza de quien pasea, ya sea por sus calles propias o turisteando, y sorprendía gratamente no ver las escenas desbocadas de otros años. Parte de los objetivos trazados por la nueva gestión, soñados aún antes de asumir, se estaban logrando.
Copleros y anateros entraron a la calle Marcelino Vargas, escenario gratuito y generoso de las recordadas noches de otros Eneros que se creían irrecuperables. En la calle misma comenzaron los grupos de baile, primero con los niños de Choelechoel y luego con la más elaborada coreografía del Grupo "Danza Pasión".
Ya sobre el escenario que recuerda el nombre del poeta tilcareño Germán Choquevilca, el trío de charango a cargo de Nicolás Mayor, vientos de Wenceslao Altamirano y guitarra y voz de Darío del Viento, que luego siguieron solos con la música, empezaron acompañando el recitado del Calendario Tilcareño y Feria de Pascuas, en la voz del Chacho Gallardo, autor de los primeros versos.
Siguieron las creaciones del grupo Chalas, que hablan de la sabiduría de los abuelos y de sus sonidos más enraizados; el virtuosismo y lirismo de Franco Tolaba, uno de los grandes músicos de esta tierra, con sus amigos; el repertorio delicadamente seleccionado y finamente interpretado de Tukuta Gordillo y sus músicos, y el cierre festivo de la gran voz purmamarqueña de Tomás Lipán.
En tanto, algún niño zigzagueando con su bicicleta junto a otros dos con sus bolsas de pochoclos, abuelos sentados escuchando como hace mucho no lo hacían en estos comienzos del año, vecinos en sus sillas y turistas bailando y conociendo la cultura que visitan. Un ambiente que, siendo el soñado por muchos, parecía tan difícil de lograr.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
El pasacalle cultural ya había entrado a Tilcara cuando cayó la noche. Entonces podían asomar los fantasmas de los últimos Eneros Tilcareños, que son justamente los mayores desafíos de este comienzo de gestión del intendente Ricardo Romero y de su secretario de Cultura, Walter Apaza.
Pero promediando la obra teatral de Cerro Negro, montada en la plaza seca del Hotel de Turismo, el mismo Romero se nos acerca para decirnos, bajito como para no molestar la puesta, que "me enorgullece ver que los vecinos tilcareños volvieron a disfrutar de su Enero". Lo dijo cuándo la obra transitaba referencias locales y modismos del habla que hacen a ese género dramático que floreció antaño en nuestra cultura, y que acaso vuelva a hacerlo. Personajes que se enraízan en los modos de los abuelos quebradeños, emociones y humor por partes iguales, terminaron en la continuidad del pasacalle, esta vez tras los Anateros del Huasamayo, hacia la esquina de Bolívar y Belgrano, donde brotaba la copla en rueda con un rico repertorio de versos y tonadas.
Los que pasaban ya entrada la noche, se detenían a escucharlos o seguían su camino con la confianza de quien pasea, ya sea por sus calles propias o turisteando, y sorprendía gratamente no ver las escenas desbocadas de otros años. Parte de los objetivos trazados por la nueva gestión, soñados aún antes de asumir, se estaban logrando.
Copleros y anateros entraron a la calle Marcelino Vargas, escenario gratuito y generoso de las recordadas noches de otros Eneros que se creían irrecuperables. En la calle misma comenzaron los grupos de baile, primero con los niños de Choelechoel y luego con la más elaborada coreografía del Grupo "Danza Pasión".
Ya sobre el escenario que recuerda el nombre del poeta tilcareño Germán Choquevilca, el trío de charango a cargo de Nicolás Mayor, vientos de Wenceslao Altamirano y guitarra y voz de Darío del Viento, que luego siguieron solos con la música, empezaron acompañando el recitado del Calendario Tilcareño y Feria de Pascuas, en la voz del Chacho Gallardo, autor de los primeros versos.
Siguieron las creaciones del grupo Chalas, que hablan de la sabiduría de los abuelos y de sus sonidos más enraizados; el virtuosismo y lirismo de Franco Tolaba, uno de los grandes músicos de esta tierra, con sus amigos; el repertorio delicadamente seleccionado y finamente interpretado de Tukuta Gordillo y sus músicos, y el cierre festivo de la gran voz purmamarqueña de Tomás Lipán.
En tanto, algún niño zigzagueando con su bicicleta junto a otros dos con sus bolsas de pochoclos, abuelos sentados escuchando como hace mucho no lo hacían en estos comienzos del año, vecinos en sus sillas y turistas bailando y conociendo la cultura que visitan. Un ambiente que, siendo el soñado por muchos, parecía tan difícil de lograr.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Temas de la nota

PUBLICIDAD