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Acreedores buscan cerrar nuevo rescate | Grecia, Unión Europea, Fondo Monetario Internacional

Martes, 28 de julio de 2015 00:00
<div>GRECIA / CONTINÚAN LAS NEGOCIACIONES PARA SU RESCATE FINANCIERO.</div><div>
Grecia recibió ayer a los representantes de sus acreedores, la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con los que empezará a negociar para cerrar en tres semanas un tercer plan de rescate que mantenga a flote al país.
La relación entre las dos partes es tirante y prueba de ello es que no están de acuerdo ni sobre cuándo empieza exactamente la negociación.
Ayer, el gobierno griego decía que abriría hoy las conversaciones con los equipos técnicos de los acreedores, mientras que en Bruselas, una portavoz de la Comisión Europea dijo que los representantes llegaron ayer y que los trabajos comenzarían de inmediato.
En cualquier caso, el tiempo apremia para Atenas y sus acreedores. De aquí al 20 de agosto deben cerrar las modalidades de un tercer plan de rescate, de entre 82.000 y 86.000 millones de euros, que quedó acordado en la maratónica cumbre europea los pasados días 12 y 13 de julio.
Grecia, que tiene las arcas vacías, espera recibir antes de esa fecha un primer pago para reembolsarle más de 3.000 millones de euros al Banco Central Europea (BCE) el 20 de agosto. Eso implica definir en sólo tres semanas las reformas prioritarias a efectuar, fijar el calendario de pagos, encontrar un acuerdo sobre los objetivos fiscales de Grecia, obtener la aprobación de las tres instituciones acreedoras y de varios parlamentos que deben pronunciarse, y someter a voto en el Parlamento griego las decisiones adoptadas.
Todo un desafío, a juzgar por lo tortuoso de las negociaciones entre los acreedores y el gobierno griego de izquierda, en el poder desde finales de enero.
De momento, ninguna de las partes ha precisado si en este estadio de las negociaciones se abordará una posible reestructuración de la deuda pública griega, en torno al 180% del Producto Bruto Interno (PBI).
No obstante, el principio de una reestructuración ya no se pone en duda, dijo Benoît Coeuré, miembro del directorio del BCE, en una entrevista: "La cuestión no es saber si hay que reestructurar, sino de qué forma hacerlo".

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Grecia recibió ayer a los representantes de sus acreedores, la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con los que empezará a negociar para cerrar en tres semanas un tercer plan de rescate que mantenga a flote al país.
La relación entre las dos partes es tirante y prueba de ello es que no están de acuerdo ni sobre cuándo empieza exactamente la negociación.
Ayer, el gobierno griego decía que abriría hoy las conversaciones con los equipos técnicos de los acreedores, mientras que en Bruselas, una portavoz de la Comisión Europea dijo que los representantes llegaron ayer y que los trabajos comenzarían de inmediato.
En cualquier caso, el tiempo apremia para Atenas y sus acreedores. De aquí al 20 de agosto deben cerrar las modalidades de un tercer plan de rescate, de entre 82.000 y 86.000 millones de euros, que quedó acordado en la maratónica cumbre europea los pasados días 12 y 13 de julio.
Grecia, que tiene las arcas vacías, espera recibir antes de esa fecha un primer pago para reembolsarle más de 3.000 millones de euros al Banco Central Europea (BCE) el 20 de agosto. Eso implica definir en sólo tres semanas las reformas prioritarias a efectuar, fijar el calendario de pagos, encontrar un acuerdo sobre los objetivos fiscales de Grecia, obtener la aprobación de las tres instituciones acreedoras y de varios parlamentos que deben pronunciarse, y someter a voto en el Parlamento griego las decisiones adoptadas.
Todo un desafío, a juzgar por lo tortuoso de las negociaciones entre los acreedores y el gobierno griego de izquierda, en el poder desde finales de enero.
De momento, ninguna de las partes ha precisado si en este estadio de las negociaciones se abordará una posible reestructuración de la deuda pública griega, en torno al 180% del Producto Bruto Interno (PBI).
No obstante, el principio de una reestructuración ya no se pone en duda, dijo Benoît Coeuré, miembro del directorio del BCE, en una entrevista: "La cuestión no es saber si hay que reestructurar, sino de qué forma hacerlo".

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