El seleccionado nacional se calzó con comodidad y prestancia el traje de favorito que le habían asignado para esta Copa América durante el primer tiempo, que terminó ganando por 2 a 0, pero en la segunda parte se transformó en un equipo vulgar y
Paraguay le terminó igualando 2 a 2 en el debut de ambos en el grupo B del certamen que tuvo lugar en el estadio La Portada, de La Serena. Argentina parecía tener todo resuelto antes de la media hora, el tiempo que le llevó a los paraguayos cometer su primer error defensivo y a los dirigidos por Gerardo Martino, o más precisamente a Sergio Agüero aprovecharlo con su habitual capacidad de definición. Fue una derecha al mentón, en términos de la ortodocia boxística, ese remate con la pierna diestra del "Kun" a la red tras eludir al arquero Anthony Silva, y tras ella sobrevino de inmediato, apenas seis minutos después, una zurda de
Lionel Messi mediante un penal que le cometieron a Angel Di María, para poner de rodillas al conjunto de Ramón Díaz.
Un equipo, el paraguayo que distaba mucho de aquel que justamente dirigiera el "Tata" cuatro años atrás, al punto que durante el primer tiempo no difirió demasiado su endeblez futbolística de la que exhibiera una semana atrás Bolivia en San Juan, donde fue goleado por 5 a 0.
Iba un cuarto de hora del segundo tiempo cuando perdió un balón Pastore en tres cuartos de Paraguay y el balón derivó en Nelson Haedo Valdéz, que con un violento remate de medio distancia cumplió su sueño, anunciado hace dos días, de convertirle un gol a Argentina.
A partir de allí el partido cobró vibración, porque tocado en su orgullo el equipo argentino fue por la
Entonces el desarrollo se hizo de ida y vuelta, con Sergio Romero y Anthony Silva revolcándose de contínuo, ya que en la media hora final estuvo tan cerca de aumentar el equipo del "Tata" como de igualar el del "Pelado". Y cuando sobre la hora, paradójicamente, el argentino naturalizado paraguayo, Lucas Barrios, le dio la paridad definitiva al conjunto guaraní no sorprendió. Al final, hubo silbidos para Martino.
El seleccionado nacional se calzó con comodidad y prestancia el traje de favorito que le habían asignado para esta Copa América durante el primer tiempo, que terminó ganando por 2 a 0, pero en la segunda parte se transformó en un equipo vulgar y
Paraguay le terminó igualando 2 a 2 en el debut de ambos en el grupo B del certamen que tuvo lugar en el estadio La Portada, de La Serena. Argentina parecía tener todo resuelto antes de la media hora, el tiempo que le llevó a los paraguayos cometer su primer error defensivo y a los dirigidos por Gerardo Martino, o más precisamente a Sergio Agüero aprovecharlo con su habitual capacidad de definición. Fue una derecha al mentón, en términos de la ortodocia boxística, ese remate con la pierna diestra del "Kun" a la red tras eludir al arquero Anthony Silva, y tras ella sobrevino de inmediato, apenas seis minutos después, una zurda de
Lionel Messi mediante un penal que le cometieron a Angel Di María, para poner de rodillas al conjunto de Ramón Díaz.
Un equipo, el paraguayo que distaba mucho de aquel que justamente dirigiera el "Tata" cuatro años atrás, al punto que durante el primer tiempo no difirió demasiado su endeblez futbolística de la que exhibiera una semana atrás Bolivia en San Juan, donde fue goleado por 5 a 0.
Iba un cuarto de hora del segundo tiempo cuando perdió un balón Pastore en tres cuartos de Paraguay y el balón derivó en Nelson Haedo Valdéz, que con un violento remate de medio distancia cumplió su sueño, anunciado hace dos días, de convertirle un gol a Argentina.
A partir de allí el partido cobró vibración, porque tocado en su orgullo el equipo argentino fue por la
Entonces el desarrollo se hizo de ida y vuelta, con Sergio Romero y Anthony Silva revolcándose de contínuo, ya que en la media hora final estuvo tan cerca de aumentar el equipo del "Tata" como de igualar el del "Pelado". Y cuando sobre la hora, paradójicamente, el argentino naturalizado paraguayo, Lucas Barrios, le dio la paridad definitiva al conjunto guaraní no sorprendió. Al final, hubo silbidos para Martino.