El e
jército sirio envió ayer más refuerzos a
Palmira para tratar de frenar el avance de combatientes del
Estado Islámico (EI) hacia esa milenaria ciudad, en medio de temores a que el grupo destruya sus preciadas ruinas como ya hizo con otras joyas arqueológicas en el vecino
Irak.
Luego de que el gobierno sirio lanzara el jueves un desesperado pedido de ayuda a la comunidad internacional, el gobernador de la provincia central de Homs, donde está ubicada Palmira, afirmó ayer que la situación comenzaba a estar "bajo control".
"El ejército ha enviado refuerzos y está bombardeando las posiciones del Estado Islámico desde el aire", dijo el gobernador Talal Barazi.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (Osdh) dijo ayer que los yihadistas estaban a un kilómetro de las ruinas de Palmira.
El Gobierno "envió refuerzos y el Ejército está bombardeando los alrededores de Tadmor desde el aire", informó el Observatorio.
Palmira, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, se convirtió en la antigüedad en punto de encuentro de las caravanas que atravesaban la llamada "Ruta de la Seda", que durante siglos conectó Asia con Medio Oriente y Europa y fue utilizada por varias civilizaciones.
Antes del inicio de la revuelta en
Siria contra el presidente Bashar Al Assad, en marzo de 2011, sus ruinas, con sus teatros, templos y calles con columnas grecorromanas o persas de los siglos II y I a. C , fueron uno de los principales centros turísticos.
Ayer, el director general de Siria para las antigüedades y los museos, Mamoun Abdulkarim, hizo un desesperado llamado a la comunidad internacional a proteger las bien preservadas ruinas de Palmira.
La directora del organismo de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura (Unesco), Irina Bokova, pidió tanto a las tropas sirias como a los extremistas que se abstengan de dañar Palmira que "representa un tesoro irreemplazable para el pueblo sirio y el mundo".
El año pasado, el Estado Islámico destruyó las antiguas ciudadelas de Nimrud y Hatra, en el vecino Irak, con retroexcavadoras, topadoras y explosivos, provocando una ola de estupor y condena mundial.
El e
jército sirio envió ayer más refuerzos a
Palmira para tratar de frenar el avance de combatientes del
Estado Islámico (EI) hacia esa milenaria ciudad, en medio de temores a que el grupo destruya sus preciadas ruinas como ya hizo con otras joyas arqueológicas en el vecino
Irak.
Luego de que el gobierno sirio lanzara el jueves un desesperado pedido de ayuda a la comunidad internacional, el gobernador de la provincia central de Homs, donde está ubicada Palmira, afirmó ayer que la situación comenzaba a estar "bajo control".
"El ejército ha enviado refuerzos y está bombardeando las posiciones del Estado Islámico desde el aire", dijo el gobernador Talal Barazi.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (Osdh) dijo ayer que los yihadistas estaban a un kilómetro de las ruinas de Palmira.
El Gobierno "envió refuerzos y el Ejército está bombardeando los alrededores de Tadmor desde el aire", informó el Observatorio.
Palmira, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, se convirtió en la antigüedad en punto de encuentro de las caravanas que atravesaban la llamada "Ruta de la Seda", que durante siglos conectó Asia con Medio Oriente y Europa y fue utilizada por varias civilizaciones.
Antes del inicio de la revuelta en
Siria contra el presidente Bashar Al Assad, en marzo de 2011, sus ruinas, con sus teatros, templos y calles con columnas grecorromanas o persas de los siglos II y I a. C , fueron uno de los principales centros turísticos.
Ayer, el director general de Siria para las antigüedades y los museos, Mamoun Abdulkarim, hizo un desesperado llamado a la comunidad internacional a proteger las bien preservadas ruinas de Palmira.
La directora del organismo de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura (Unesco), Irina Bokova, pidió tanto a las tropas sirias como a los extremistas que se abstengan de dañar Palmira que "representa un tesoro irreemplazable para el pueblo sirio y el mundo".
El año pasado, el Estado Islámico destruyó las antiguas ciudadelas de Nimrud y Hatra, en el vecino Irak, con retroexcavadoras, topadoras y explosivos, provocando una ola de estupor y condena mundial.