Conmemorando una de los más recordados momentos de la Última Cena de Jesús, el obispo de la Diócesis de Jujuy, Daniel Fernández, ayer visitó el Servicio Penitenciario Federal Nº 22, en donde ofició una misa y lavó los pies de algunos de sus internos. El gesto de servicio se repitió anoche durante la ceremonia que encabezó el propio obispo en la Catedral ante gran cantidad de fieles.
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Conmemorando una de los más recordados momentos de la Última Cena de Jesús, el obispo de la Diócesis de Jujuy, Daniel Fernández, ayer visitó el Servicio Penitenciario Federal Nº 22, en donde ofició una misa y lavó los pies de algunos de sus internos. El gesto de servicio se repitió anoche durante la ceremonia que encabezó el propio obispo en la Catedral ante gran cantidad de fieles.
El obispo jujeño destacó que en la jornada de ayer el Papa Francisco lo hizo en Roma, y monseñor Marcelo Palentini tenía “la sana costumbre de hacerlo en Jujuy, visitar los institutos de detención”, tanto provinciales, como federales.
“En la Navidad y en la Pascua, trato de hacer una presencia que de alguna manera muestre la cercanía de la Iglesia en éste, que es uno de los especiales mundos del dolor, aquellos que están privados de su libertad, y traer un mensaje de esperanza y de consuelo”, confió el prelado.
Destacó que con la acción del Jueves Santo lo que se hace “es recordar expresamente la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, donde él, siendo Dios se pone a los pies de sus discípulos para mostrar que toda autoridad es servicio, y que toda autoridad se legitima en la medida en que se humilla para hacer honor a la autoridad, sirviendo al prójimo, particularmente a los que más lo necesitan”, subrayó el obispo.
Al mismo tiempo, monseñor Fernández aseguró que las visitas realizadas en fechas de gran significancia para el catolicismo, no son hechos aislados, mencionando que “aquí en el Servicio Penitenciario Federal, como en el Provincial, hay un servicio de capellanía, hay un sacerdote, equipos de fieles que ayudan en la Pastoral Penitenciaria con la catequesis de los reclusos, escuchándolos, acompañándolos, y eso se hace semana tras semana, así que van preparando estos momentos fuertes que los quieren vivir ellos, como lo queremos vivir todos nosotros, como un momento de gracia y salvación. Yo vengo con mucha ilusión, con muchas ganas, y para mí es un gran consuelo ejercer mi ministerio en estos lugares ocultos, sencillos, pero donde hace tanta falta una palabra para que no los olviden”, concluyó.
Anoche en la Catedral luego de la Eucaristía hubo adoración a Jesús Sacramentado en el camarín.