Cientos de miles de personas colmaron las principales avenidas de unas 65 ciudades como, Río de Janeiro, Recife, Belo Horizonte, y Brasilia, entre otras, para manifestarse en contra del Gobierno de Dilma Rousseff, que vive una de sus peores crisis a raíz del escándalo por corrupción de Petrobras y el deterioro de su economía. La mandataria pidió que las marchas se desarrollen "sin violencia".
Las movilizaciones fueron convocadas a través de las redes sociales por grupos de ciudadanos que aseguran no tener vínculo con partidos políticos, aunque varias fuerzas de la oposición han manifestado su apoyo expreso.
La protesta de Río de Janeiro, a la que asistieron cientos de miles de personas, se desarrolló en las playas de Copacabana y superó con creces las expectativas de público de los organizadores, que son grupos de ciudadanos opositores.
Los manifestantes corearon consignas contra Rousseff y el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y en rechazo de la corrupción.
En medio de la protesta un orador fue muy aplaudido cuando afirmó que el expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, es el "jefe de la banda" e insistió en que "hay que colocarlo en la cárcel".
Se estima que la gran mayoría de los manifestantes en Río, eran ciudadanos de clase media y alta, un grupo que en las elecciones del pasado octubre votó en masa a la oposición.
Numerosos manifestantes portaban pancartas pidiendo que se inicie un juicio político a Rousseff con miras a la destitución de la mandataria, que inició su segundo mandato el pasado 1 de enero.
"Valoro mucho el hecho de que, en Brasil, las personas pueden manifestarse libremente y no podemos aceptar cualquier tipo de violencia que impida ese derecho. Estoy a favor de la democracia. Espero que Brasil pruebe su madurez democrática", manifestó la mandataria a través de su cuenta oficial en Facebook.
Varios ministros y fuerzas oficialistas han denunciado que las protestas tienen carácter "golpista" puesto que algunos de los convocantes proponen que se impulse un juicio político con miras a la destitución de Rousseff.
El ministro de Justicia de Brasil, José Eduardo Cardozo, afirmó que carecen "de base jurídica" los pedidos de destitución de la mandataria.
Cardozo sugirió que estos pedidos de destitución, de los que se trata abiertamente en la prensa, es un modo de una "revancha" de la oposición por "no haber asimilado la derrota" en las elecciones del pasado octubre, en las que Rousseff ganó por un estrecho margen de tres puntos porcentuales ante el senador Aécio Neves.
El pasado viernes varios sindicatos y movimientos sociales de izquierdas realizaron manifestaciones pacíficas en 24 capitales brasileñas en apoyo de Rousseff y de la democracia, aunque también criticaron las medidas de austeridad que ha tomado el Gobierno para sanear las cuentas públicas.
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Cientos de miles de personas colmaron las principales avenidas de unas 65 ciudades como, Río de Janeiro, Recife, Belo Horizonte, y Brasilia, entre otras, para manifestarse en contra del Gobierno de Dilma Rousseff, que vive una de sus peores crisis a raíz del escándalo por corrupción de Petrobras y el deterioro de su economía. La mandataria pidió que las marchas se desarrollen "sin violencia".
Las movilizaciones fueron convocadas a través de las redes sociales por grupos de ciudadanos que aseguran no tener vínculo con partidos políticos, aunque varias fuerzas de la oposición han manifestado su apoyo expreso.
La protesta de Río de Janeiro, a la que asistieron cientos de miles de personas, se desarrolló en las playas de Copacabana y superó con creces las expectativas de público de los organizadores, que son grupos de ciudadanos opositores.
Los manifestantes corearon consignas contra Rousseff y el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y en rechazo de la corrupción.
En medio de la protesta un orador fue muy aplaudido cuando afirmó que el expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, es el "jefe de la banda" e insistió en que "hay que colocarlo en la cárcel".
Se estima que la gran mayoría de los manifestantes en Río, eran ciudadanos de clase media y alta, un grupo que en las elecciones del pasado octubre votó en masa a la oposición.
Numerosos manifestantes portaban pancartas pidiendo que se inicie un juicio político a Rousseff con miras a la destitución de la mandataria, que inició su segundo mandato el pasado 1 de enero.
"Valoro mucho el hecho de que, en Brasil, las personas pueden manifestarse libremente y no podemos aceptar cualquier tipo de violencia que impida ese derecho. Estoy a favor de la democracia. Espero que Brasil pruebe su madurez democrática", manifestó la mandataria a través de su cuenta oficial en Facebook.
Varios ministros y fuerzas oficialistas han denunciado que las protestas tienen carácter "golpista" puesto que algunos de los convocantes proponen que se impulse un juicio político con miras a la destitución de Rousseff.
El ministro de Justicia de Brasil, José Eduardo Cardozo, afirmó que carecen "de base jurídica" los pedidos de destitución de la mandataria.
Cardozo sugirió que estos pedidos de destitución, de los que se trata abiertamente en la prensa, es un modo de una "revancha" de la oposición por "no haber asimilado la derrota" en las elecciones del pasado octubre, en las que Rousseff ganó por un estrecho margen de tres puntos porcentuales ante el senador Aécio Neves.
El pasado viernes varios sindicatos y movimientos sociales de izquierdas realizaron manifestaciones pacíficas en 24 capitales brasileñas en apoyo de Rousseff y de la democracia, aunque también criticaron las medidas de austeridad que ha tomado el Gobierno para sanear las cuentas públicas.
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