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Buceando la raíz del Carnaval tilcareño

Sabado, 14 de febrero de 2015 00:00
<p>MANTENIENDO UNA TRADICIÓN/ HAYDÉ ALARCÓN Y SUS HEREDERAS HABLARON DEL SURGIMIENTO DE LOS FORTINES Y SU SIGNIFICADO.</p>

Se presenta diciendo que "soy Haydé Alarcón en la tierra que piso y en el polvo que levanto", y cada vez que te mira parece estar maliciando una picardía, cosa que sin duda la rejuvenece. Dice sin más que "los fortines nacieron acá", y lo dice por su casa tilcareña adonde antaño daba el puente que comunicaba con la estación ferroviaria y hoy lidia con los ruidos de la terminal de ómnibus.

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Se presenta diciendo que "soy Haydé Alarcón en la tierra que piso y en el polvo que levanto", y cada vez que te mira parece estar maliciando una picardía, cosa que sin duda la rejuvenece. Dice sin más que "los fortines nacieron acá", y lo dice por su casa tilcareña adonde antaño daba el puente que comunicaba con la estación ferroviaria y hoy lidia con los ruidos de la terminal de ómnibus.

Nos cuenta que "yo empecé invitando, tenía corderos que carneaba, recibía la sangre y hacía la chanfaina, asados. Y entonces era todo gratis, allá por el ´56", dice y enumera los apellidos de los invitados que hacían a la vida social de aquella Tilcara. "A mí, no sé si con cariño, me decían la vieja Haydé: vamos de la vieja Haydé, decían".

Invitaban el domingo de Carnaval y recuerda que "nos divertíamos bastante, cantábamos con caja, muchas coplas lindas, se saltaba con el erquencho, se castigaba con la tepaya. Por entonces lo mío era invitación, no se llamaba fortín todavía. Como después ya eran muchos es que nacieron los fortines".

Recuerda que fueron naciendo el del Coco Giménez, por entonces intendente del pueblo, doña Rosa Cabrera, Cruz Mendoza, "pero todo nace acá", nos cuenta. Azucena Vargas, hija de Haydé, recuerda haber visto a los cuatro años, desde su habitación, "como bailaban, como saltaban, y empieza a llamarse fortín cuando ya no alcanzaba el dinero para invitar a tanta gente".

Azucena nombra a su abuela, Rafaela Luna, "nacida en Juella, que ya hacía sus carnavales en la casa. Esto entonces era un solo patio y en ese tiempo estaba la orquesta de Sigüilla, de Casasola, tocaban el acordeón y mi tío, Pancho Luna, el bandoneón y se bailaba folclore y en las pausas con los combinados de esa época, se jugaba con agua de la acequia y era a rabiar la cantidad de pintura que corría".

Silvia Vilte, nieta de Haydé, recuerda lo que era el trabajo de toda la familia: "la abuela nos decía que estemos a las seis de la mañana para esperar a los invitados con todo preparado. Empezábamos con los corderos desde los días anteriores y esos días era limpiar desde temprano, todo impecable para poner las mesas. Se preparaban siete corderos". Haydé dice que serían cincuenta personas, "había mucha amistad y era un Carnaval muy hermoso." En 1997 dejó de hacerse en el patio de la casa para pasar al Salón Municipal, y en el 2001 Haydé le cede el mando a su nieta. "Esa es mi herencia", dice la abuela, "y yo voy a morir tranquila porque lo he dado y lo mantienen".

Estaban los bandos, que eran reglamentaciones para la diversión prohibiendo entrar a los maridos celosos, golpes en la canilla con las espinas de la tepaya, reglas para las figuras del carnavalito "y al que se lo fusilaba le salía más la alegría", dice doña Haydé. "Si ha bailado mal, aténgase a las consecuencias". Ramona Vargas, hija de Haydé, recuerda que su madre se encargaba de ir invitando "al médico del hospital, al intendente, al jefe de policía que entonces era don Carlos Rioja, y cuando nacieron los siete fortines tuvimos la suerte de conocer la orquesta de César y su grupo Felicidad. Hace catorce años que estamos con ellos".

Agrega Ramona que "se hacía porque ella adora el Carnaval, nunca se hizo por plata", y Silvia nos dice que "el espíritu es sostener la alegría que ella tiene y que nos transmitió, y el recuerdo de mi abuelo que cosechaba los choclos en la quinta, compartiendo a su manera, preparando los asados pero siempre desde atrás". Uno de los invitados que recuerda Haydé es Horacio Guzmán, entonces gobernador de la provincia: "siempre ha venido el doctor y le gustaba compartir con todos, no quería mesa aparte. Nada de porque era gobernador, y si no se daba primero de comer a la gente, él no comía".

Silvia Vilte agrega que "en los noventa empiezan a surgir con fuerza las comparsas y los jóvenes nos íbamos porque las orquestas de los fortines no nos gustaban. Comíamos y nos íbamos y casi desaparecen hasta que se decide contratar una sola orquesta para todos los fortines, que fue la de César. Al ritmo de los tiempos los fortines tuvieron que ir cambiando".

Nos dice que "en otros pueblos los fortines desaparecieron, pero acá César y Felicidad pudo combinar música para todas las edades y para los fortines de Tilcara fue un resurgir. Así el día sábado, por decisión del Concejo Deliberante, se va a distinguir a doña Alcira Carrazana y el domingo a Haydé Alarcón como fundadoras de los fortines".

Este año, las actividades fortineras se programan hoy en la panadería San Cayetano de la familia Carrazana y desde el domingo en el salón de la familia Pérez, calles Alberro y Jujuy, el 15 con el fortín Los Tilcareñitos, el 16 Los Airampos, el 17 Los Amichados, el sábado 21 Los Cariñosos y el domingo 22 Los Chupa Chichi.

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