"Los Coyitas", el tradicional pesebre del barrio Mariano Moreno, y uno de los más antiguos de la ciudad, cumplió este mes setenta y ocho años y continúa congregando a niños, jóvenes y adultos durante diciembre. Fue fundado por Cristina Espinoza y sus hermanos, que trasladaron hasta el barrio capitalino una imagen del Niño Dios llegada desde Cuzco.
Las adoraciones comenzaron por mera casualidad, así lo relató María Mercedes Gallinate, quien actualmente se ocupa del cuidado de la imagen casi centenaria y de los numerosos adoradores que tienen la particularidad de adorar vestidos de "coyitas", indumentaria local a la que se debe el nombre del pesebre.
Según expresó Mercedes sus abuelos, que residían en La Quiaca, fueron visitados por unas personas que les encargaron cuidar la imagen del Niño Dios, hasta que días después una familia pasara a retirarlo. Los destinatarios de la imagen nunca llegaron, y fue así que el matrimonio se quedó con el niñito y decidió que era digno de adoraciones. "El niño se quedó en casa de mis abuelos y nunca más fueron a reclamarlo. Desde ese año varias generaciones lo adoramos", dijo Mercedes.
Entonan las tradicionales canciones como "Campanas de Belén", "Niño Manuelito" y "El 25 nació el niño".
Fue así que comenzaron las primeras danzas frente a la imagen en la ciudad fronteriza, hasta que la familia decidió trasladarse hasta la capital, al barrio Mariano Moreno, en la esquina de Brasil y Estados Unidos, hace 78 años. Si bien empezaron con un número reducido de adoradores, actualmente son alrededor de 70 los niños y jóvenes, y 20 músicos que se dirigen cada tarde con indumentaria coya y realizan danzas típicas.
La familia decidió que los niños debían vestirse de coyitas y las danzas debían respetar la cultura jujeña, y gracias a estos atributos es que el pesebre se diferencia de otros.
"Los coyitas tienen sombreritos, un pantalón tres cuarto o polleras de colores, una faja, una camisa, el poncho, pompones y adoran con honditas. Todo es tejido", explicó Mercedes sobre la tradición.
Los padres se acercan antes de iniciarse el mes y les preguntan cómo deben confeccionar la vestimenta. Años anteriores utilizaban el morado, pero este optaron por cambiar por el color naranja, para tener prendas más llamativas y alegres.
Los niños adoradores empiezan a ensayar a mediados de diciembre, y después de la Navidad comienzan las visitas y adoraciones en la esquina del barrio, de 19 a 22. También hay cintas en la esquina y con ellas los niños forman estrellas, rosas y diferentes figuras que la familia aprendió a realizar durante las adoraciones en La Quiaca.
Según Mercedes la familia controla en cada adoración y ensayo, que cada niño o joven adore con respeto, fe y devoción, es por eso que durante los ensayos se reza además la novena de Navidad. "Tratamos de que los chicos siempre conserven la fe, todo cuesta porque ahora son muy libres, pero tratamos de que aprendan y lo hacen, adoran con fe hasta el 10 de enero", relató María Mercedes.
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"Los Coyitas", el tradicional pesebre del barrio Mariano Moreno, y uno de los más antiguos de la ciudad, cumplió este mes setenta y ocho años y continúa congregando a niños, jóvenes y adultos durante diciembre. Fue fundado por Cristina Espinoza y sus hermanos, que trasladaron hasta el barrio capitalino una imagen del Niño Dios llegada desde Cuzco.
Las adoraciones comenzaron por mera casualidad, así lo relató María Mercedes Gallinate, quien actualmente se ocupa del cuidado de la imagen casi centenaria y de los numerosos adoradores que tienen la particularidad de adorar vestidos de "coyitas", indumentaria local a la que se debe el nombre del pesebre.
Según expresó Mercedes sus abuelos, que residían en La Quiaca, fueron visitados por unas personas que les encargaron cuidar la imagen del Niño Dios, hasta que días después una familia pasara a retirarlo. Los destinatarios de la imagen nunca llegaron, y fue así que el matrimonio se quedó con el niñito y decidió que era digno de adoraciones. "El niño se quedó en casa de mis abuelos y nunca más fueron a reclamarlo. Desde ese año varias generaciones lo adoramos", dijo Mercedes.
Entonan las tradicionales canciones como "Campanas de Belén", "Niño Manuelito" y "El 25 nació el niño".
Fue así que comenzaron las primeras danzas frente a la imagen en la ciudad fronteriza, hasta que la familia decidió trasladarse hasta la capital, al barrio Mariano Moreno, en la esquina de Brasil y Estados Unidos, hace 78 años. Si bien empezaron con un número reducido de adoradores, actualmente son alrededor de 70 los niños y jóvenes, y 20 músicos que se dirigen cada tarde con indumentaria coya y realizan danzas típicas.
La familia decidió que los niños debían vestirse de coyitas y las danzas debían respetar la cultura jujeña, y gracias a estos atributos es que el pesebre se diferencia de otros.
"Los coyitas tienen sombreritos, un pantalón tres cuarto o polleras de colores, una faja, una camisa, el poncho, pompones y adoran con honditas. Todo es tejido", explicó Mercedes sobre la tradición.
Los padres se acercan antes de iniciarse el mes y les preguntan cómo deben confeccionar la vestimenta. Años anteriores utilizaban el morado, pero este optaron por cambiar por el color naranja, para tener prendas más llamativas y alegres.
Los niños adoradores empiezan a ensayar a mediados de diciembre, y después de la Navidad comienzan las visitas y adoraciones en la esquina del barrio, de 19 a 22. También hay cintas en la esquina y con ellas los niños forman estrellas, rosas y diferentes figuras que la familia aprendió a realizar durante las adoraciones en La Quiaca.
Según Mercedes la familia controla en cada adoración y ensayo, que cada niño o joven adore con respeto, fe y devoción, es por eso que durante los ensayos se reza además la novena de Navidad. "Tratamos de que los chicos siempre conserven la fe, todo cuesta porque ahora son muy libres, pero tratamos de que aprendan y lo hacen, adoran con fe hasta el 10 de enero", relató María Mercedes.
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