El deporte motor tiene algo especial para los argentinos y ese gusto que en algunos casos llega a ser fanatismo se puede apreciar tanto en hombres como en mujeres de todas las edades.
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El deporte motor tiene algo especial para los argentinos y ese gusto que en algunos casos llega a ser fanatismo se puede apreciar tanto en hombres como en mujeres de todas las edades.
Ayer no fue la excepción ya que la concentración de miles de jujeños en las zonas de espectadores no hizo más que revalidar la adhesión jujeña a la competencia.
En Susques, por ejemplo, el público fue predominantemente familiar. Padres e hijos viajaron más de ciento cincuenta kilómetros para disfrutar del espectáculo bien de cerca.
Hubo quienes reservaron con tiempo algún hospedaje pero otros se lanzaron a última hora y tuvieron que pasar la noche en carpa o en los mismos vehículos.
El martes a la noche la avenida principal de Susques estaba colmada de caminantes, no sólo espectadores, sino también de decenas de gente que iban hacer su trabajo, sea en seguridad, como la Policía y Gendarmería, sino también equipos de Same y de otros organismos del Estado como es el caso del contingente de la Secretaría de Ambiente de la Provincia. Ellos estuvieron dedicados a repartir bolsas de residuos y recomendar a la gente a arrojar correctamente sus residuos.
Susques estuvo muy activa hasta bien entrada la madrugada de ayer, hasta que la mayoría se fue a dormir para despertar bien temprano y buscar un lugar en la quebrada de Lapau, justo frente a ese enorme cerro en cuya ladera está escrito con piedras el nombre del pueblo.
Como suele ocurrir cada vez que el Dakar pasa por suelo jujeño, son varias las especulaciones sobre por dónde exactamente pasarán los competidores.
Esta vez, después de entrar por el Paso de Jama y realizar todos los trámite migratorios, la caravana se dirigió por la ruta provincial 52 hasta Susques. Las máquinas ingresaron al pueblo a la altura de la casilla turística y luego tomaron la calle Mitre, ubicada en la parte baja de la falda del cerro de la cruz. Después cruzaron la quebrada llamada Ojo de Agua para hacer contacto desde allí con el trazado de la nueva ruta nacional 40, la más larga del país.
En este último trayecto el lecho del río es bien arenoso y resbaladizo, lo que ocasionó inconvenientes en algunos vehículos oficiales y de la organización, que andaban antes de la carrera. El clima acompañó en gran parte de la jornada y hubo momentos en que quiso llover.