ABRA PAMPA (Corresponsal).
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ABRA PAMPA (Corresponsal).
El mediodía de ayer, la comunidad educativa de la escuela primaria N° 245 de la ciudad de Abra Pampa vivió un momento profundamente emotivo: la despedida de su director Jorge González, quien se acogió al beneficio de la jubilación, después de una larga trayectoria al servicio de la educación.
Quince años de compromiso, liderazgo y entrega al frente de esta institución, de la primera escuela de la ciudad, su segundo hogar a quien quiere tanto, dijo.
A las 12.30, alumnos, docentes, colegas de ayer y de hoy, familiares y amigos se reunieron para rendir homenaje a quien supo guiar los destinos educativos de generaciones enteras. Entre abrazos, aplausos y cánticos se construyó un acto simbólico que expresó no solo gratitud, sino también admiración.
Visiblemente conmovido, González compartió unas palabras que quedaron resonando en todos los presentes. "No se va la escuela, se va un docente. Sigan trabajando y aprendiendo día a día". Así, abrevió en una frase la profundidad de un legado que trasciende nombres y funciones.
Durante el homenaje, también tomó la palabra la directora de la Escuela Normal nivel primario, María Mamani. "El profesor Jorge González no solo deja una huella en su institución, sino en toda la comunidad educativa de Abra Pampa. Su entrega, su compromiso con los valores de la docencia y su capacidad de acompañar a cada niño y niña, son ejemplos que inspiran", sostuvo.
Uno de los momentos más conmovedores fue el testimonio de su esposa, Fabiola Farfán, también docente jubilada, quien al borde de las lágrimas expresó que "ahora habrá tiempo para compartir juntos y cumplir nuestros anhelos personales y postergados durante tanto tiempo por la vocación". Sus palabras, cargadas de amor y complicidad emocionaron profundamente.
Tras los discursos, los alumnos, docentes y padres junto al director jubilado realizaron una caminata despedida hacia la plaza central, epicentro de tantas otras vivencias institucionales. Allí, entre risas, retratos espontáneos y abrazos prolongados se selló simbólicamente una etapa. Fue un último gesto colectivo que unió pasado, presente y futuro, dejando claro que el afecto y la enseñanza verdadera, caminan junto a la historia.