El consultor y productor citrícola, Daniel García, analizó la situación actual del sector, diferenciando el mercado de los cítricos dulces y el del limón. Explicó que las lluvias recientes sumadas a las lluvias de primavera, permitieron una notable recuperación de la producción luego de tres años de sequía.
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El consultor y productor citrícola, Daniel García, analizó la situación actual del sector, diferenciando el mercado de los cítricos dulces y el del limón. Explicó que las lluvias recientes sumadas a las lluvias de primavera, permitieron una notable recuperación de la producción luego de tres años de sequía.
Comentó que no habrá escasez de limón para abastecer el mercado interno, al menos hasta octubre de este año, mes en el que baja la producción, y algunos productores que cuenten con frutas de mejor tamaño y calidad, tendrán oportunidad de vender hacia mercados del exterior.
"Desde el punto de vista productivo, las quintas están mucho mejor", afirmó García en alusión a las precipitaciones que permitieron que la producción de todas las especies de cítricos se recuperaran, luego de varios años de sequía. Sin embargo, en no todas las quintas se recuperaron rápidamente, dado que la sequía afectó a algunas más que a otras.
Comentó que la disponibilidad de agua sigue siendo un factor clave y la situación varía entre los productores. "En zonas como Palma Sola, la situación varía según la tecnología utilizada en el manejo del agua. Aquellos productores que han invertido en represas para almacenar el exceso de agua que se produce en períodos de lluvia, han podido afrontar mejor los períodos de sequía ", explicó el consultor Daniel García.
En cambio, las fincas que no cuentan con esta tecnología, tienen fruta de menor calibre y menor rendimiento por hectárea, y precisó que entre un calibre y el siguiente hay una diferencia del rendimiento de kg/ha de aproximadamente el 15%, lo que impacta en la rentabilidad. Recordó además que los mercados locales prefieren fruta grande, de lo contrario pagan menor precio.
En cuanto a precipitaciones, detalló que en Palma Sola en octubre llovió 50mm, en noviembre 200mm, en diciembre 37mm, en enero 51mm, en febrero 90mm y en marzo 110mm hasta ahora. También explicó que la planta de cítrico adulto, en esta región, necesita 10 mm por mes desde octubre hasta marzo, por lo que si las lluvias son menores a 110 mm, la diferencia debe ser suministrada con riego. De ahí la importancia de contar con represas para guardar el exceso de agua en períodos de lluvia, que se utilizarán en los períodos de escasez de agua.
"Las perspectivas de producción son buenas, aunque llovió más estos últimos meses aún no se ha logrado recuperar la producción en su totalidad", detalló el especialista.
García señaló que será un año de recuperación económica para los productores. "Muchos necesitarán saldar deudas y reinvertir en sus quintas, mejorando fertilización y pulverizaciones para aumentar la cantidad y calidad de la fruta en los próximos años", afirmó.
Los precios de limón en el mercado interno serán buenos, aunque no extremadamente altos. "Si el productor puede exportar, tendrá buenos ingresos; el mercado interno, por su parte, estará estable y la industria reaccionará para mantener precios competitivos", aseguró.
En cuanto al mercado de consumo fresco consideró que las expectativas para Argentina son alentadoras. "Hay menos fruta en España, Turquía y Sudáfrica debido a una fuerte sequía, lo que limita su capacidad de abastecer mercados como Europa y Rusia, donde se prefieren frutas de mayor calibre", explicó. Además sostuvo que esta situación ya está generando tensiones al alza en los precios internacionales para quienes puedan exportar fruta de calidad.
Tres veces más por el limón
García planteó que hay que diferenciar el mercado de cítricos dulces y de limón. Destacó que hubo escasez mundial de naranja para jugo, principalmente debido a la pérdida de plantaciones en Florida, donde en los últimos 20 años se eliminaron cerca de 300.000 hectáreas. “Esto generó una fuerte suba en los precios que la industria está pagando por la naranja para jugo, impactando también en otros cítricos como el pomelo y el limón”, afirmó. Planteó que la industria tuvo que recurrir a la compra de jugo de limón para mezclarlo con el de naranja y aminorar el costo de la materia prima.
Este fenómeno impulsó la demanda y los precios del limón industrial. Destacó que la industria del limón mejoró significativamente en rentabilidad. “En los últimos años, los precios no cubrían ni siquiera los costos de cosecha, pero este año la industria está pagando entre 80 y 100 dólares por tonelada, en comparación con los 30 dólares del año pasado”, dijo. La situación también es favorable para la naranja, ya que los altos precios en la industria están sosteniendo tanto el mercado industrial como el de consumo fresco. “Las perspectivas para los productores de naranjas son buenas, aunque la producción aún no se recupera por completo de la sequía y los productores siguen afrontando dificultades financieras”, afirmó.
Dificultades para la exportación
En cuanto a las normativas nacionales, García explicó que no existen regulaciones restrictivas, sino convenios fitosanitarios con distintos países que permiten la exportación. Sin embargo, el control de estas normas está en proceso de flexibilización para reducir costos y agilizar los envíos, pero aseguró que la burocracia sigue siendo un obstáculo.
Por ejemplo, explicó que para habilitar un empaque de exportación en la zona, primero debe figurar en el sistema Sitc, Sistema de Información de Trazabilidad Citrícola, y sólo entonces se puede encargar la etiqueta obligatoria para colocar en el pallet de exportación; este trámite tiene un tiempo de demora no menor a tres semanas. Dijo que esta situación afecta a los productores que están en proceso de habilitación, ya que no pueden operar hasta completar todos los requerimientos. Aseguró que los requisitos de calidad también pueden ser arbitrarios, porque los controles son más estrictos y pueden rechazar un cargamento por una simple mancha en la fruta. Sobre la desregulación impulsada por el Senasa, García reconoció avances, pero enfatizó que aún quedan aspectos por mejorar. Además, señaló que en Europa las exigencias fitosanitarias funcionan, en algunos casos como barreras pararancelarias.
“Cada vez imponen más restricciones, muchas de ellas sin riesgos reales para la producción ni para la salud humana, pero que generan sobrecostos para países exportadores como el nuestro”, afirmó. Explicó que para exportar a Europa, los productores deben afrontar inspecciones fitosanitarias constantes, dos en el campo, otra en el empaque y una más antes del embarque en el puerto. “A pesar de todos estos controles, sigue ocurriendo que algunos cargamentos son rechazados, y el responsable final siempre es el productor”, lamentó. Destacó que los costos de estas inspecciones recaen sobre el productor, no sobre el Estado.
“Hoy, una hora de inspección en un empaque cuesta 23.000 pesos. La inscripción de un campo de 100 hectáreas de naranja, pomelo o limón tiene un valor de un millón de pesos, y el primer monitoreo cuesta 550.000 pesos”, ejemplificó. Ante estos costos elevados, consideró importante optimizar la productividad. “No es lo mismo producir para el mercado interno, donde las exigencias fitosanitarias son menores, aunque la calidad intrínseca de la fruta es la misma”, dijo, y explicó que sólo se diferencia en la apariencia externa. Destacó que hoy mantener un campo productivo para exportación, con plantaciones adultas, tiene un costo anual de 4.000 dólares por hectárea, sin incluir el costo de cosecha.
