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Vende ropa en las ferias para asistir a sus 35 perros

Desde que era una niña, Sandra Liliana Doria es proteccionista. Cambió la vida de un sinnúmero de animales.
Miércoles, 19 de marzo de 2025 01:01
AMOR INCONDICIONAL | SANDRA LILIANA DORIA - "KASANDRA" CUIDA A SUS CANES.

 

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Acariciar a un perro y sentir su compañía le abrió el corazón a las emociones más profundas desde sus nueve años de edad. Fue el momento en el que sintió que el alma se colmó de una energía preciosa que hoy -comprende- tenía una misión que cumplir en su vida.

En el barrio Mariano Moreno, Sandra Liliana Doria vivía entre la casa de su mamá y la de su papá, este último, dueño del hogar donde aprendería a valorar la existencia animal de una manera especial.

Al ser peluquero del Regimiento 20, su padre Ismael Doria Medina utilizaba el saber para aplicarlo en los perros ovejeros alemanes del Ejército y también de la calle, ya que los cuidaba con amor incondicional mientras se encontraban en su residencia. A los primeros les daba la protección necesaria para su calidad de vida; y a los otros, todo eso y más; condensado en una custodia desinteresada, misión que hizo propia la pequeña Sandra. "Cuando era chiquita mi papá vivía en la Panamá y Sargento Cabral, mientras que yo vivía con mi mamá en la Honduras y 24 de Septiembre, antes me iba caminando a la casa de él para ayudarlo a cuidar a los perritos, los bañaba y los 'peluquiaba' para que queden limpitos", expresó Doria, recordando el juego espontáneo en los seres de cuatro patas que crecían bajo su supervisión.

ISMAEL DORIA MEDINA | EL MENTOR DE LA PROTECCIONISTA DE ANIMALES.

Todos los días de su infancia los pasó en la tarea de velar por ellos; los desamparados sin hogar, creando desde que tiene uso de razón, una conciencia distinta. Acción que continuó incluso cuando descubrió el trabajo de la perrera -que existía en ese tiempo- que era despiadado.

"Venían perros a la vereda de la casa de mi papá, eran los visitantes pero veía cómo la perrera se los llevaba y me dolía todo eso", indicó la jujeña que tomó impulso, aún con diez años solamente, para continuar con esta tarea.

La muerte de su padre fue devastadora. Pero ella siguió con sus once años, haciendo de esta actividad una parte fundamental de su existencia.

"Con mi mamá nos fuimos al barrio Bárcena y me acuerdo que había perros en situación de calle más que en Moreno. Ahí alquilábamos pero igual le dije a ella que me los llevaría a casa", dijo Doria. Enfocada en su intención por seguir el camino trazado por su padre, llegó el planteo a su madre para continuar con la obra. Y mientras estudiaba por la mañana en la Escuela 100 "Francisco de Argañaraz", a la tarde acompañaba a su madre a vender facturas en un carro, al tiempo que ella vendía picolé. "Lo que quedaba de mi venta, lo reservaba para cuidar a tres perritos que encontré y al final llevé a donde vivía. Le compraba sémola, alimento y les cocinaba", contó la mayor de tres hermanas.

"Terry", "Pepe" y "Kasy" llegaron a su vida para afianzar más ese instinto de ayudar a esas almitas que precisaban cariño.

ALMUERZO | EL MOMENTO PARA COMPARTIR ENTRE HERMANOS DE CUATRO PATAS.

Sabía que algo tenía que hacer y colocó un cartel en su casa que decía; "Doy en adopción tres perritos".

El cariño fue tal con la única perra del trío, que desde ese momento ella misma se denomina "Kasandra", nombre que se fusiona con el de la pequeña que crió hasta que vio partir junto con sus hermanos a tres hogares amorosos.

"Fue la primera vez que sentí que todo esfuerzo vale la pena", aseguró Doria quien deseaba seguir ayudando a los animales desprotegidos pero fueron tiempos difíciles en los que tuvo que irse de su hogar por situaciones de violencia y alquiló en otro lugar. No logró terminar sus estudios del nivel medio, pero eso no fue impedimento para que logre el crecimiento personal a través del trabajo.

"Trabajé en una heladería dentro del restaurante grande que estaba en la exterminal de ómnibus -hoy Same- y como veía que iban muchos perros de la calle a descansar o para resguardarse de las lluvias, les daba comida y les limpiaba los colchones donde estaban", relató.

Su vida fue avanzando pero la voluntad de ayudar a los animales callejeros no desistió. Tuvo la primera de tres hijos y junto con su pareja, fue a Alto Comedero donde hoy reside. "Cuando tuve mi lugar, pensé que podía cumplir mi sueño de criar a los perros de la calle conmigo", describió la proteccionista que retomó su labor como cuando inició, con tres perritos.

DESAYUNO CON “ROQUE” Y “MÍA”

"Iba a pedir a los restaurantes recortes de pan de miga, recuerdo Media Naranja donde me daban y, de a poco, fui ayudándolos", destacó quien luego descubrió al hogar "San Roque" y se dio cuenta que Gabriela Baduzzi perseguía su misma meta, dar amor y contención a vidas caninas.

"'Gaby' es un ángel en mi vida, yo le colaboré con la limpieza para ayudarla y me quedaba horas con los perros, la conocí cuando tenía una piecita y el alambrado. Hasta que me operaron de la vesícula hace seis años y me indicaron que no podía hacer fuerza", comentó Doria, que hasta ese tiempo convivía con veinticinco perros en su casa. "Me diagnosticaron fibromialgia que yo creo, es producto de las vacunas porque se me despertó en ese momento y después tuve pico de estrés, porque veía el maltrato animal y me enfermó", dijo quien debe tomar medicación para calmarse ante la impotencia de ver injusticias contra los animales.

"Un caso que me marcó fue el del año pasado, seis perros bóxer encerrados con candado en el barrio Tupac Amaru, lloraban y nadie podía hacer nada. Colapsé", indicó esta mujer de cincuenta y seis años que -aunque se encuentra con dolencias físicas- desde hace cinco años vende ropa y calzados en las ferias barriales para solventar los gastos de alimento balanceado y destinarlo a sus animalitos; siguiendo en su fiel intención por cambiar la vida de los treinta y cinco seres que cuida con amor, sin olvidar a aquellos que le tocaron el alma cuando era una niña.

 

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