El armado de los accesorios que se hacen en la calle lleva un entramado especial. Entre nudos y ajustes, la intención está puesta en saber valorar la combinación de colores que se complementa con el talento en las manos del artesano que termina por sorprender.
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El armado de los accesorios que se hacen en la calle lleva un entramado especial. Entre nudos y ajustes, la intención está puesta en saber valorar la combinación de colores que se complementa con el talento en las manos del artesano que termina por sorprender.
Para Santiago Castaño Bedoya es una forma de arte que sabe apreciar profundamente a partir del momento en el que llegó desde tierra colombiana. Es que antes de efectuar esta labor detallista, el trabajo encontró mil formas desde que arribó de la ciudad de Medellín a Argentina, tres años atrás. Con el trenzado acorde e hilos encerados haciendo juegos, surgen las pulseras desde puntos creados por este colombiano que se ubica en el centro de la urbanidad de calle Belgrano, a un costado de la Basílica de San Francisco.
Mientras comparte su experiencia de vivir en Jujuy, aprendiendo de la labor en una de las actividades más hábiles; construye con seguridad en el entramado rojo y negro, el amuleto que alguna persona le comprará.
"A este arte no lo sabía, lo vine a aprender aquí y, ahora, de esto vivo. Lleva un poco al alambre, macramé y piedritas semipreciosas", aseguró este artesano cuyo oficio lo condujo a exponer un trabajo bien organizado en estantes para los transeúntes.
Todo lo que se ve, es lo que hace como medio de subsistencia y que él toma como una terapia que articula en cualquier momento del día. "Tengo mis horarios, trato de invertir mucho tiempo con este trabajo y gracias a Dios me va bien. A la gente le gusta, sobre todo, las pulseras rojas", comentó este joven, asegurando que lo que más le agrada de Jujuy es la tranquilidad y la energía que siente en la sociedad.
En su quehacer cotidiano, explora por diversas técnicas que a mano crea para concretar diferentes puntos que al final se van armonizando. Pero el gusto por lo simple, siempre gana la partida y es el que más adquiere su público para llevar. "Este punto, por ejemplo, es uno de los más básicos. Normalmente, lo que hago es completar una pulsera y pasar a otra", dijo sobre la tarea que mostró con delicadeza para que la imagen fotográfica aprecie el paso a paso que debe seguir en el entramado.
Con la satisfacción del deber cumplido, se siente feliz de saber esta forma de expresión y de ver que quien elija entre colgantes, aritos o pulseras, se lleva algo hecho a mano, tejido con hilos o alambres de colores. "Que admiren el trabajo, para mí es una forma de respeto y me hace bien", indicó Castaño Bedoya para quien la vida no ha sido fácil desde que llegó de Colombia. Es que sabía que su porvenir quedaba fuera de su país de origen pero que llegar a tierra jujeña le significó comenzar de cero y hacer de todo. "Desde el momento que vine aquí, fui al mercado a trabajar cargando bultos, en lavaderos, limpiando terrenos, vendiendo turrones, juguitos, empanadas y sándwiches. Todo es trabajo y a eso vine", comentó Castaño Bedoya quien vivió en Mariano Moreno, Coronel Arias, Los Huaicos y San Pedrito. "Extraño mi familia y la comida colombiana bastante", confesó el especialista en engarzar piedras como la amatista que transforma energías; la turmalina que aporta proyección, el cuarzo cristal para la tranquilidad, el ónix que atrae fortaleza, las ágatas por las vibras de felicidad y el citrino por la abundancia.
