Agosto, en Jujuy, es el Mes de la Pachamama, y como tal los integrantes de la comunidad aborigen de Guerrero le rindieron culto. El "Pueblo Kolla" se reunió ayer para honrar a la "Madre Tierra", manteniendo una costumbre en la que se agradeció por el bienestar del hogar, por la producción de los campos y la prosperidad, en una de las expresiones más arraigadas en los pueblos andinos.
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Agosto, en Jujuy, es el Mes de la Pachamama, y como tal los integrantes de la comunidad aborigen de Guerrero le rindieron culto. El "Pueblo Kolla" se reunió ayer para honrar a la "Madre Tierra", manteniendo una costumbre en la que se agradeció por el bienestar del hogar, por la producción de los campos y la prosperidad, en una de las expresiones más arraigadas en los pueblos andinos.
Esta festividad popular es esperada con ansias porque es también motivo de reunión familiar, de reencuentro con los seres queridos y de una prueba, según la creencia, que quien pasa agosto le espera una buena vida por delante.
Sentido ritual
Desde temprano comenzaron a congregarse en el lugar que se encuentra a metros de la ruta provincial 4 y al mediodía se inició la ancestral ceremonia a cargo de Máxima Bustamante y Santiago Cruz, quienes recibieron a las comunidades vecinas, familias e invitados para agradecer por las bondades recibidas.
En ese sentido, Máxima Bustamante, integrante de la comunidad aborigen de Guerrero, señaló ante El Tribuno de Jujuy que "vengo ancestralmente desde la cuarta generación con este ritual; mi padre me dejó este acto que se debe homenajear con tanto respeto a nuestra madre tierra".
También agregó que "si no la tuviésemos sería imposible tener todos los alimentos como la producción, el ganado vacuno, el sembrado y actualmente nosotros todavía seguimos con el cultivo del maíz y un poco de verduras, pero los animales los tenemos presentes porque de ahí sacamos nosotros un ingreso para nuestra familia".
Este ritual mantiene viva una costumbre que año a año los pueblos originarios realizan desde tiempos remotos para agradecer todo los bienes recibidos. "Es la enseñanza que nos dejaron nuestros tatarabuelos, abuelos y padres, y yo les enseño a mis hijos y mis nietos también. El 1 de agosto para nosotros es indispensable y después de ahí respetar todos los días de este mes", indicó.
El ritual de "dar de comer a la Tierra" consiste en abrir "la boca o el corazón" del suelo y ofrecer alcohol, hojas de coca, cigarrillos y todas aquellas comidas a base de maíz, papas y quinua, como empanadas, tamales, guisos de papa lisa o papa verde, picante de mondongo o de panza con maíz que se pela con ceniza. "Lo que nosotros como familia ofrendamos son los alimentos que sean criollos", remarcó Bustamante.
En su alrededor, "la boca" está adornado con serpentinas y lanas de colores, y con pequeños braseros encendidos con preparaciones especiales de incienso, donde se depositan las ofrendas.
La participación fue emocionante por parte de todos los integrantes de la comunidad, que desde pequeños adoptan esta celebración mientras que los adultos agradecen por un año más compartido, los buenos momentos, la salud, el trabajo y la familia de la zona, la producción agrícola-ganadera y todo lo que nos brinda la tierra, en estos tiempos difíciles en el sector.