Desafiando estereotipos, un grupo de mujeres se sumergió en el mundo de la albañilería, demostrando que el género no es un obstáculo para ese oficio que significó una oportunidad para sus vidas. Fue gracias al apoyo de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) que se les abrieron las puertas para que pudieran desarrollarse en este ámbito.
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Desafiando estereotipos, un grupo de mujeres se sumergió en el mundo de la albañilería, demostrando que el género no es un obstáculo para ese oficio que significó una oportunidad para sus vidas. Fue gracias al apoyo de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) que se les abrieron las puertas para que pudieran desarrollarse en este ámbito.
Ramona Bárbara Caliva y Carolina Neyra no solo encontraron una oportunidad laboral, sino que lejos de los prejuicios de un sector dominado por hombres, recibieron ayuda de sus compañeros de trabajo que fueron un pilar en este proceso, enseñándoles y motivándolas a seguir adelante. "Lo bueno es que nos incorporan a la obra sin decir 'sos mujer, no podés entender'. Al contrario, nos tienen paciencia y nos dicen que sí podemos," compartió Carolina Neira.
Ingresar a trabajar como ayudantes de albañil para estas mujeres significó una oportunidad para cambiar sus vidas no solo en el aspecto económico sino de empoderamiento. Bárbara y Carolina buscan mejorar sus vidas y las de sus familias con este ingreso al ámbito de la construcción para el que no se amilanan a la hora de aprender y esforzarse.
Ramona Bárbara Caliva, de 41 años, nunca imaginó que su vida daría un giro tan radical. Y es que anteriormente se dedicaba a vender bollos para mantener a su familia en el barrio 9 de Julio de Perico ya que su madre ya había criado a su familia con el mismo oficio. Sin embargo, su destino cambió cuando completó un curso de mantenimiento industrial ofrecido por la Municipalidad de Perico y gracias a esta formación y al respaldo de Uocra ingresó junto a otras tres mujeres a trabajar en la construcción.
"Es la primera vez que me incluyo en una empresa y fui elegida delegada en la obra civil," comentó Bárbara, quien expresó su entusiasmo con esta nueva etapa de su vida. Sus primeros días en la obra fueron un aprendizaje constante. "Aprendí a sacar los clavos de la madera, atar los estribos, hacer tareas de armadora, hacer el número 8, a palear, a rellenar un poco. Ahora estamos picando, limpiando los justes para sacar los pernos y tiene que ser muy detallado", explicó. "Estoy muy agradecida al oficial que me tocó en la cuadrilla y a mis compañeros, quienes nos tienen mucho respeto y nos enseñan", destacó.
Quizás eligió el taller de mantenimiento industrial instintivamente porque su papá y su hermano eran albañiles, a quienes vio hacer arreglos en su hogar, oficio que también tiene el padre de sus hijos de quien se separó y trabaja con el hijo de ambos. Hoy valora enormemente la estabilidad que le ofrece este empleo porque debe seguir al frente de su familia conformada por tres hijos: Antonio y Gonzalo Rodríguez y Nadia, quien además es la madre de su nieto de cuatro años; también tiene a su cargo a su sobrina Julieta de diez años porque su madre falleció.
Actualmente en esa obra son cuatro mujeres que hacen labor de ayudante y asisten en tareas generales: Bárbara Caliva, Carolina Neyra, Ivone Cáceres y Alejandra Soruco.
En tanto, Carolina Neyra fue otra de las mujeres quien también encontró en la albañilería una oportunidad de transformación. En septiembre de 2023, gracias a Uocra Mujeres, comenzó a trabajar en un proyecto minero como pañolera, que implica entregar herramientas, hacer pedidos de herramienta de materiales, y todo lo que es el consumo, con un sueldo 200% superior al de la construcción. "Fue una bonita experiencia, subí con cero conocimiento," afirmó.
Reconoció que en una obra civil que acaba de iniciar tampoco tenía formación. "Ahora estamos acá y en esta obra empecé como ayudante de topografía, pero era un trabajo que para mí no era muy sencillo, mucho plano y yo quería aprender más sobre lo que es la obra civil en el sentido de ser ayudante", dijo ya que logró el cambio y está aprendiendo la labor de armador, sacando clavos, pernos, lijando y picando.
El cambio en su vida fue significativo porque se había dedicado a la crianza de sus hijos y al divorciarse, los tres: Romina de 20 años, Néstor de 18 y Maximiliano de 13, eligieron quedarse con el padre. "Lo entendí también porque vi que los chicos estaban acostumbrados a tener un estilo de vida bastante diferente porque su papá es mecánico, siempre trabajó en empresas viales", afirmó. Esta situación la impulsó a dar otro rumbo y al lograr esa posibilidad de trabajar, no dudó. "Quiero aprender, quiero superarme, también ayudar a mis hijos y apoyarlos con el estudio", afirmó .