Ocupó la intendencia de San Pedro de Jujuy hasta 1942. Durante su gestión, preparó una ordenanza municipal que sería considerada como modelo en el país y muchos de sus artículos aún tienen plena vigencia. Tenía una aguda conciencia profesional y un interés nunca desmentido por el progreso y bienestar de su pueblo. Fue un hombre ilustrado, comedido y digno.
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Ocupó la intendencia de San Pedro de Jujuy hasta 1942. Durante su gestión, preparó una ordenanza municipal que sería considerada como modelo en el país y muchos de sus artículos aún tienen plena vigencia. Tenía una aguda conciencia profesional y un interés nunca desmentido por el progreso y bienestar de su pueblo. Fue un hombre ilustrado, comedido y digno.
Hablar de don Antonio Bernacchi es traer al presente a aquellos pioneros que trabajaron tesoneramente por los intereses y el bienestar de su gente. Es hablar de un ciudadano que ocupó con dignidad la función pública, considerándola como la posibilidad de engrandecer la historia y la economía de pueblo.
Hoy recordamos a Bernachi al conmemorarse el 116° aniversario de su natalicio. En el acceso sur San Pedro de Jujuy, un barrio ostenta el nombre del ilustre ciudadano, uno de los tantos hombres que engrandecieron nuestra patria, protagonista de hechos trascendentes de la historia de nuestro pueblo. Es por ello que la comunidad toda quiso tributar recuerdo merecido a este jujeño que, con su tesonero trabajo, forjó el porvenir de este suelo.
Fue en 1991, durante la intendencia de Hilda Delgado de González, que la Comisión de Arquitectura, Obras y Servicios Públicos del Concejo Deliberante elevó un proyecto para imponer el nombre Intendente Antonio Bernacchi, a un barrio de reciente creación. El mismo fue aprobado mediante la ordenanza N ° 202/ 91 del 3 de junio de 1991, derogando la ordenanza 185/ 90. La misma fue promulgada el 18 del mismo mes y expresa en su artículo 1: Impónese el nombre de Intendente Antonio Bernacchi, al barrio cuyas viviendas están comprendidas en el Plan de zonificación y amanzanamiento que abarca los Planes 100 Viviendas Industrializadas, 180 y 362 Viviendas del Plan Hornero, emplazadas en el sector sur y orientación oeste del acceso sur de nuestra ciudad".
Férreo defensor
Antonio Bernacchi nació en San Salvador de Jujuy el 13 de junio de 1908. Adolescente aún, a los 17 años, se afilió al partido que encabezaba Hipólito Irigoyen para abrazar un ideario que no abandonaría nunca.
En 1929 se inscribió en la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Luego, solicitó su pase a la Universidad de Córdoba debido a una grave afección en los oídos, inscribiéndose en la Facultad de Química y Farmacia.
En 1930 la revolución terminó con el segundo gobierno institucional de Hipólito Irigoyen, hecho que lo motivó a iniciar su lucha por la democracia integrando la Juventud Radical. Fue uno de los dirigentes jóvenes que inspiró la confianza de don Amadeo Sabattini. En 1934, egresó con el título de farmacéutico, regresó a la provincia de Jujuy y se afincó en San Pedro de Jujuy, donde trabajó en la farmacia de su hermano Humberto.
Con una sordera avanzada, decidió viajar en 1937 a Nantes (Francia). Allí fue operado con resultados negativos y regresó en 1939. Lo llamaban cariñosamente "el sordo". Podía entender y hacerse entender, la falta del sentido auditivo le había desarrollado la extraordinaria facultad de leer en los ojos de sus interlocutores más que en sus labios.
En 1940 el radicalismo triunfó en Jujuy y asumió el gobierno el doctor Raúl Bertrés, quien le confió a don Antonio, la intendencia de San Pedro de Jujuy hasta el año 1942. Durante su gestión preparó una ordenanza municipal que sería considerada como modelo en el país y muchos de sus artículos aún tienen plena vigencia.
Siendo varias veces presidente del Comité de la UCR en la provincia y uno de los pocos hombres del interior del país que en esa época dirigieron el Comité Nacional, entabló una férrea amistad con Arturo H. Illia, Arturo Del Castillo y más tarde con Ricardo Balbín. En 1958, fue candidato a gobernador por su partido.
En 1963 asumió la Presidencia de la Nación el doctor Arturo H. Illia, quien le ofreció a don Antonio Bernacchi, la embajada en Francia, distinción que rechazó, porque quería a seguir aportando su lucha en pos del ideal de su juventud.
No pudo ver el triunfo de su partido. Murió el 25 de julio de 1975, en pleno proceso militar, en San Pedro de Jujuy. Su sepelio fue multitudinario, Fernando Cabana, Carlos Snopek, Horacio Guzmán, Idelmo Boscariol en representación de Ricardo Balbín, Elzar Gastón Altamirano, Francisco Leiva y Miguel Ubeid, oficiaron de oradores despidiendo sus restos en el cementerio de El Salvador.
Entre los conceptos vertidos se destacó que Antonio Bernacchi tenía una aguda conciencia profesional y un interés nunca desmentido por el progreso y bienestar de su pueblo; era un hombre ilustrado, comedido y digno. Uno de esos hombres que dejan tras de sí, la impresión de que se va con ellos una época más justa y más humana.