Hoy es el día dedicado a las almas y muchos jujeños las esperarán con la mesa puesta para un convite. Es que la tradición indica que este día las almas retornarán a los lugares donde transcurrió su existencia terrenal.
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Hoy es el día dedicado a las almas y muchos jujeños las esperarán con la mesa puesta para un convite. Es que la tradición indica que este día las almas retornarán a los lugares donde transcurrió su existencia terrenal.
"Esta tradición nos recuerda la importancia de mantener viva nuestra cultura y espiritualidad, que se entrelazan con la historia y la fe, conectándonos con nuestras raíces. Es una de las conmemoraciones más sentidas que llevamos a cabo los habitantes de Jujuy para honrar a nuestros muertos queridos", destacó Brian Abel Chañe, referente cultural de Lozano, quien junto a su abuela Paulina Tinte, preparó el agasajo a sus seres queridos en su casa de la Finca Carenzo.
El talentoso joven entregó a nuestro diario un trabajo en el que relata los pormenores de esta evocación.
"Días previos al primero de noviembre, en todas las casas se hornean figuras amasadas con harina llamadas 'ofrendas' también conocidas como 'turcos' que representan nuestros seres queridos, angelitos, palomas, cruces, 'la escalera' para que el alma baje a comer y suba nuevamente al cielo, y también todas las formas que representen lo que el muerto amó en su vida. En las familias que tienen un familiar que murió recientemente llamadas 'alma nueva' los rituales se intensifican y las ofrendas son mucho más importantes y numerosas, pueden llegar a hacerse hasta 100 kg de pan, entre vecinos y familiares".
"Hoy en actualidad también nos encontramos con ferias y mercados donde se pueden adquirir todo tipo de productos para esta fecha, como por ejemplo en la terminal vieja de San Salvador, estos espacios donde las personas encuentran todo lo necesario para 'la mesa'. La habitación de la casa elegida es la más importante y todo debe estar impecable y ordenado, allí se arma un altar o la mesa se compone además de otros elementos que van variando según la región y la familia: agua bendita, flores, golosinas, frutas, las comidas (platos que los difuntos disfrutaban en vida) y bebidas que se 'convidará' a las almas. Los colores de los manteles que se usan para la mesa son de color negro si es un alma reciente, si es un alma vieja se la recibe con mantel de color blanco u otros colores. También se encienden velas para iluminar el camino y así nuestros seres queridos 'bajen' a reencontrarse con nosotros".
El 2 de noviembre "es el día que las almas de los muertos visitan las moradas que usaron durante su vida terrenal y los familiares se preparan para agasajarlas de la mejor manera y fundamentalmente 'darles de comer' y rezar por ellas".
"Por la mañana se visita el cementerio, allí se realiza una misa y se colocan en las tumbas flores y coronas. Paralelamente se escucha la misa que celebra un sacerdote en el mismo lugar. En esta fecha se percibe de forma notable el sincretismo religioso, que existe y perdura hasta la actualidad".
"De regreso al hogar antes de levanta la mesa se hace oraciones en nombre de nuestras almitas y luego se reparten las ofrendas de forma pareja entre familiares y en algunas ocasiones amigos. Luego para finalizar se reza y en el patio de la casa o en un lugar retirado se realiza el despacho".
Brian Abel Chañe recordó que "cuando era niño mi abuelo siempre me decía que las almas de nuestros antepasados nos están mirando desde el cielo, el ya no está con nosotros, por esta razón y en memoria de él, me inspiré en escribir un poema titulado El Retorno de las almas, donde evoco el regreso de los espíritus, a quienes recibimos con respeto y nostalgia: 'Don Sabino, desde el cielo,/ alegre, usted nos contempla./ En la brisa de la madrugada,/ con un sapucay en la boca,/ su alma retorna a la tierra.
Las cosas que fueron suyas/ solas lo esperaban,/ y en cada vaso,/ la sombra de sus manos quemaba.
Aquí estamos en su mesa,/ generosa y larga,/ con panes y vino que ofrendamos/ a ti y a las almas que nos acompañan.
Porque esta es la costumbre/ que usted también practicaba,/ recibir a los abuelos/ y a las almas sin casa.
La vela es una niebla,/ donde azul se vuelve la nostalgia;/ y si viene la llovizna,/ en llanto se le derrama,/ y nos va mojando a todos, / despidiéndose su alma.
Usted, Don, ya no está,/ pero vive en sus plantas,/ en la quinta, en sus ciruelos,/ en lo que regó con ganas,/ y que se ha vuelto semilla/ de futuro y esperanza.
Aquí, junto a sus árboles,/ en el canto del agua,/ con el trino de los pájaros,/ retornan siempre, cada mañana.
Su nombre suena/ como una melancólica campana,/ y el río de Lozano vaga,/ como si en sus aguas mirara.
Le digo a su esposa,/ a doña Paulina le cuento,/ que en el vino que bebemos/ revivimos su recuerdo./ íDon Sabino, al medio día/ vuelva llorando una baguala!'".
